El viaje estelar de Tomás y sus amigos


Había una vez un niño llamado Tomás que siempre había soñado con conocer extraterrestres. Pasaba horas mirando al cielo nocturno, imaginando cómo sería viajar en un OVNI y hacer amigos alienígenas.

Un día, mientras Tomás estaba en su habitación construyendo una maqueta de un platillo volador, escuchó un extraño ruido proveniente del jardín.

Se asomó por la ventana y no podía creer lo que veían sus ojos: ¡un OVNI aterrizando justo en su patio trasero! Tomás corrió emocionado hacia el objeto volador y vio cómo se abrían las puertas. De repente, salieron tres pequeños extraterrestres de aspecto amigable. Tenían forma de esfera y estaban cubiertos de brillantes colores.

"¡Hola! ¿Eres el dueño de este hermoso planeta?" -preguntó uno de los extraterrestres. Tomás no podía creerlo. Estaba tan emocionado que apenas pudo responder: "Sí, soy Tomás. ¡Bienvenidos a la Tierra!"Los extraterrestres se presentaron como Ziggy, Zara y Zuko.

Eran exploradores espaciales que habían llegado desde otro sistema solar para aprender sobre nuestro planeta. Al ver la pasión de Tomás por los ovnis, decidieron llevarlo a dar un paseo por el universo.

Tomás subió al OVNI junto con sus nuevos amigos alienígenas y despegaron hacia las estrellas. Durante su viaje interestelar, visitaron planetas llenos de vida exótica y paisajes impresionantes. Tomás se maravillaba con cada descubrimiento y no podía dejar de sonreír.

"¡Esto es increíble! Nunca imaginé que podría ver tantas cosas asombrosas en el espacio" -exclamó Tomás. "Así es, Tomás. El universo está lleno de maravillas por descubrir. Nosotros los extraterrestres también estamos fascinados con todo lo que la Tierra tiene para ofrecer" -respondió Ziggy.

Después de un emocionante día explorando el cosmos, Tomás y sus nuevos amigos regresaron a la Tierra. Aterrizaron suavemente en el jardín trasero de la casa de Tomás y se despidieron con tristeza.

"Gracias por llevarme a este viaje inolvidable, Ziggy, Zara y Zuko. Los voy a extrañar mucho" -dijo Tomás con nostalgia. Los extraterrestres le dieron un fuerte abrazo al niño y prometieron volver algún día.

Antes de partir, le regalaron a Tomás una pequeña nave espacial como recuerdo de su aventura intergaláctica. Tomás les dijo adiós mientras veía cómo su OVNI favorito desaparecía en el cielo estrellado.

Sabía que siempre tendría esos recuerdos especiales en su corazón y que nunca dejaría de soñar con nuevas aventuras junto a sus amigos extraterrestres. Desde aquel día, Tomás siguió construyendo maquetas de ovnis e investigando sobre el espacio. Siempre recordaba lo importante que era mantener viva su pasión por la exploración y nunca dejar de soñar en grande.

Y así, Tomás se convirtió en un gran científico espacial que dedicó su vida a descubrir los secretos del universo.

Siempre recordaba con cariño a Ziggy, Zara y Zuko, sus amigos extraterrestres que le enseñaron que los sueños pueden hacerse realidad si uno cree en ellos. Y colorín colorado, este cuento de amistad y aventuras ha terminado.

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