El Viaje Fantástico de Tomás y la Máquina del Tiempo
En un pequeño pueblo de Argentina vivía un niño de 10 años llamado Tomás. Era un chico curioso y soñador, siempre metido en aventuras fantásticas que inventaba en su mente. Un día, mientras exploraba el ático de su abuelo, encontró un objeto curioso: una vieja máquina del tiempo cubierta de polvo y telarañas. Tomás, emocionado, dijo:
"¡Guau! Esto tiene que ser una máquina del tiempo. Pero, ¿funcionará?"
Decidido a probarla, consultó el manual que le encontró dentro de la máquina. Era un libro un poco ajado, con dibujos de diferentes épocas de la historia. Finalmente, eligió viajar a la época de los dinosaurios. Al girar las palancas y apretar un botón, la máquina empezó a vibrar y, de repente, se iluminó con luces de colores.
"¡Esto es increíble!" exclamó Tomás mientras la máquina lo tragaba en un torbellino de colores.
Un momento después, aterrizó en un espeso bosque lleno de árboles gigantes. Al salir, vio que a lo lejos un gigantesco T-Rex se acercaba. En lugar de tener miedo, Tomás, con su espíritu aventurero, se escondió detrás de un árbol y tomó su libreta de dibujo. Comenzó a dibujar al dinosaurio, sin darse cuenta de que el T-Rex había visto su movimiento. Justo cuando estaba por encontrarlo, un Triceratops apareció y empujó al T-Rex lejos de Tomás.
"¡Gracias, amigo!" dijo Tomás al Triceratops. "Soy Tomás, un viajero del tiempo. ¿Puedo confiar en vos para explorar juntos?"
El Triceratops, que tenía un carácter amistoso, asintió con la cabeza, lo cual dejó a Tomás muy emocionado.
A medida que se adentraban en la selva, Tomás se dio cuenta de que la aventura no era solo divertida, sino también llena de aprendizajes. Observaba cómo los dinosaurios interactuaban, cómo buscaban comida y cuidaban de sus crías. El Triceratops le enseñó:
"Siempre hay que cuidar a los más pequeños de nuestra manada, Tomás. Eso es lo que hace que nuestras familias sean fuertes."
Tomás reflexionó sobre esto, dándose cuenta de que en su propia vida, siempre había sido un buen amigo al cuidar a sus compañeros de clase. Justo cuando estaban disfrutando de su aventura, un grupo de velociraptores comenzó a acosar a la manada del Triceratops.
"¡Rápido!" gritó Tomás. "Tenemos que ayudar a nuestros amigos."
Con un plan rápido que surgió en su mente, Tomás y el Triceratops impulsaron a los velociraptores hacia un pantano cercano, donde se atollaron. Después de lograrlo, todos los dinosaurios vitorearon.
"¡Eres un verdadero héroe, Tomás!" le dijo el Triceratops.
Tomás se sintió emocionado. Había aprendido que la valentía y la colaboración son clave en momentos difíciles. Pero pronto, comenzó a preguntarse cómo regresaría a casa. Mirando a su alrededor, recordó la máquina del tiempo.
"Tengo que volver, pero no quiero que esto termine."
El Triceratops le sonrió.
"Los recuerdos de las aventuras que vivimos te acompañarán siempre, Tomás."
Tomás no quería dejar a su nuevo amigo, pero sabía que su tiempo se estaba acabando. Se despidieron con un abrazo y una promesa de amistad eterna. Al regresar a la máquina del tiempo, Tomás giró las palancas y, en un abrir y cerrar de ojos, volvió a su hogar.
Cuando salió del ático, su corazón estaba lleno de alegría y lecciones valiosas. En la escuela, comenzó a cuidar más de sus amigos y a mostrar valor en situaciones difíciles.
"Tomás, ¿qué te pasó? Estás diferente" le preguntó su mejor amigo Lucas.
"Tuve una aventura increíble con un dinosaurio. ¡Te contaré todo en el recreo!" respondió, sonriente.
FIN.