El Viaje hacia la Redención



Había una vez un chico llamado Sebastián que vivía en un hermoso pueblo rodeado de montañas. Sebastián era curioso y soñador, pero había un pequeño inconveniente: tenía otra personalidad que se llamaba Betsanía. Betsanía era todo lo contrario a Sebastián; le gustaba hacer travesuras y a veces, esas travesuras eran un poco demasiado atrevidas.

Un día, mientras Sebastián caminaba por el parque pensando en las nubes, Betsanía apareció de la nada. "¡Hola, Sebastián! ¿Vamos a divertirnos?"- preguntó con una sonrisa traviesa. Sebastián trató de ignorarla y seguir su camino, pero el brillo de travesura en los ojos de Betsanía era difícil de resistir.

Cuando Sebastián, bajo la influencia de Betsanía, decidió jugarle una broma a su vecino, el Sr. Castaño, no imaginaba las consecuencias. Hicieron un truco que hizo caer al Sr. Castaño en un charco de barro. Aunque todos se rieron inicialmente, Sebastián sintió un nudo en la barriga. "Esto no está bien, Betsanía. El Sr. Castaño se ha enojado"- dijo angustiado.

Betsanía sonrió, "Pero vamos, eso fue divertido. ¡No te pongas tan serio!"- Sin embargo, a medida que Sebastián veía al Sr. Castaño enfurecido y a otros niños riendo a costa de él, se sintió muy triste. Una parte de él había disfrutado el momento, pero la parte que realmente importaba, la parte que se preocupaba por los demás, se sentía mal.

Días después, Sebastián decidió que quería disculparse y redimirse, pero Betsanía no estaba de acuerdo. "¡No lo hagas, eso sería aburrido!"- exclamó. Pero Sebastián, decidido, fue donde el Sr. Castaño y le dijo: "Perdóneme, don Castaño. Lo que hicimos estuvo mal y estoy muy arrepentido"-.

El Sr. Castaño, aunque molesto al principio, se dio cuenta de que Sebastián realmente se sentía mal. "Aprecio que te disculpes, Sebastián. Todos cometemos errores, incluso los adultos. Lo importante es aprender de ellos"- dijo con una sonrisa.

A partir de ese día, Sebastián trabajó en su relación con el Sr. Castaño y dejó que Betsanía viniera solo en momentos divertidos, como hacer manualidades o contar cuentos. Aprendió a llevar a sus dos partes de forma equilibrada. "Puedo ser divertido sin hacerle daño a nadie"-, le decía a Betsanía.

Así, Sebastián se convirtió en un chico más amable y considerado, y juntos, Sebastián y Betsanía realizaron muchas travesuras inocentes que traían alegría sin hacer daño. Por ejemplo, una tarde decoraron la plaza del pueblo con globos de colores para alegrar el día de los ancianos.

Un día, mientras disfrutaban de una tarde soleada en el parque, Sebastián miró a Betsanía y le dijo: "Me alegra que estés a mi lado, Betsanía, pero necesitamos asegurarnos de que nuestras travesuras no causen problemas a los demás. ¿Tú qué opinás?"-

Betsanía, con una sonrisa más sabia, respondió: "Quizás tengamos que usar nuestra creatividad para hacer sonreír a los demás en lugar de hacerles enojar"-. Y así, juntos, decidieron ser los mejores amigos que trabajaban en equipo para hacer del mundo un lugar mejor.

Con los días, Sebastián entendió que su verdadera fuerza venía de poder combinar sus dos personalidades y que juntos podían usar su energía para ayudar a otros. Con esa lección en su corazón, Sebastián y Betsanía siguieron explorando el mundo, pero esta vez siempre con un espíritu amable y divertido, creando felicidad donde quiera que fueran.

FIN.

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