El viaje intergaláctico de Alejandro y Zarkon



Alejandro se quedó despierto hasta tarde, mirando por la ventana y soñando con la luna. Él sabía que era muy lejos, pero no podía evitar preguntarse si alguna vez podría llegar allí.

- Mamá, ¿crees que algún día podré ir a la luna? -preguntó Alejandro a su mamá mientras ella se preparaba para salir a trabajar. - Claro que sí, cariño -respondió ella sonriendo-.

Pero primero tienes que estudiar mucho y aprender todo lo que puedas sobre el espacio. Alejandro asintió con la cabeza, decidido a seguir el consejo de su madre. Pasó todo el día leyendo libros sobre astronautas y naves espaciales.

Cuando llegó la noche, estaba más emocionado que nunca por su sueño de ir a la luna. De repente, escuchó un ruido extraño afuera de su casa. Miró por la ventana y vio una nave espacial estacionada en el jardín delantero. Alejandro no podía creer lo que veía.

- ¡Mamá! ¡Hay una nave espacial en nuestro jardín! -gritó él corriendo hacia su madre. Juntos salieron al jardín y fueron recibidos por un simpático extraterrestre llamado Zarkon.

Él explicó que había venido desde otro planeta para llevar a alguien especial en un viaje emocionante por el espacio. - ¡Yo quiero ir! -dijo Alejandro sin dudarlo ni un segundo-. Siempre he querido conocer otros planetas y ver cómo es vivir fuera de este mundo.

Zarkon sonrió ante la determinación del pequeño e invitó a Alejandro a subir a bordo de su nave. La madre del niño estaba un poco preocupada, pero confiaba en que Zarkon cuidaría bien a su hijo.

Así, Alejandro se embarcó en un emocionante viaje por el espacio. Vio planetas increíbles y descubrió cosas nuevas cada día. Aprendió sobre la gravedad, los agujeros negros y las estrellas. Pero lo más importante que aprendió fue que nunca debía dejar de soñar.

Siempre había algo nuevo por descubrir y nunca sabía lo que podía lograr si seguía persiguiendo sus sueños. Finalmente, Alejandro regresó a casa con una nueva perspectiva sobre el mundo y un deseo aún mayor de explorar el universo.

Prometió estudiar mucho para poder convertirse en astronauta algún día y volver a visitar a Zarkon en su nave espacial. Y así termina la historia del pequeño Alejandro, quien aprendió que siempre hay algo nuevo por descubrir si sigues tus sueños hasta el final.

FIN.

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