El Viaje Mágico a Girona



Un cálido día en Brasil, Alex y Olivia estaban emocionados. Sus padres les habían dado una gran noticia: ¡Viajarían a Girona a visitar a su familia!"¡Hurra!" - gritó Olivia, brincando de alegría."No puedo esperar para ver a nuestros abuelos y primos."

"Yo tampoco, Olivia. ¡Será genial!" - respondió Alex, imaginando todas las aventuras que tendrían en Europa.

Así que, en un abrir y cerrar de ojos, se encontraron volando por el cielo en un avión. Mientras miraban por la ventana, Olivia dijo:

"Mira, Alex. ¡Las nubes se ven como algodones de azúcar!"

"Sí, y allá abajo, todo son pintorescas casitas. Un mundo nuevo nos espera. ¡Esto va a ser increíble!" - contestó Alex.

Finalmente, aterrizaron en Girona y sintieron el aire fresco y fragante. Los abuelos estaban allí para recibirlos con abrazos y sonrisas.

"¡Mis queridos! ¿Cómo han crecido?" - exclamó la abuela, con ojos brillantes atrás de sus gafas."¡Vamos a hacer de este viaje uno inolvidable!"

El primer día, pasaron tiempo en el parque cercano, donde jugaron a la pelota con sus primos.

"¡Vamos a formar dos equipos!" - sugirió uno de sus primos.

"¡Yo quiero ser el capitán!" - gritó Alex, mientras Olivia sonreía de alegría.

"¡Yo también quiero!" - interrumpió Olivia, y empezaron a discutir, pero la abuela intervino:

"Chicos, todos pueden ser capitanes en su propio equipo. ¡Así cada uno puede brillar!"

Con un nuevo espíritu, se organizaron y empezaron a jugar, riendo y disfrutando. Durante el juego, Alex vio algo brillante en el suelo. Cuando se acercó, se dio cuenta de que era una pequeña piedra azul, brillante como un océano.

"¡Miren esto!" - exclamó Alex, mostrándoles la piedra.

"¡Es hermosa!" - dijo Olivia, fascinada. "¿Podemos guardar algunas para llevar a casa?"

"Claro, pero tenemos que asegurarnos de que no sea mágica. ¡Tal vez se apodere de nosotros y nos haga volar!" - bromeó uno de sus primos.

Por la noche, mientras los adultos contaban historias, Alex y Olivia tenían curiosidad sobre los misterios de la piedra, así que decidieron esconderla en su maleta.

Al segundo día, hicieron una excursión a un castillo antiguo. A medida que exploraban sus torres y pasadizos, Olivia se subió a una roca.

"¡Soy la reina del mundo!" - gritó. Pero luego, al girarse, resbaló.

"¡Olivia!" - gritó Alex con miedo, corriendo hacia ella. Afortunadamente, su primo la atrapó antes de que cayera del todo.

"Gracias, ¡fue un susto!" - dijo Olivia, aliviada.

"Siempre hay que tener cuidado, especialmente en lugares altos" - le recordó Alex.

La tarde llegó y, mientras exploraban los jardines del castillo, decidieron compartir su nueva adquisición, la piedra. Entonces, Olivia tuvo una idea brillante.

"¿Y si hacemos un juego? Dediquémonos a buscar tesoros en el castillo y quien encuentre el más especial se quedará con la piedra."

"¡Me encanta la idea!" - dijo Alex.

Formaron pequeños grupos, corrieron, reían y buscaban. Al final del día, volvieron a reunirse con sus hallazgos, que incluían hojas doradas, pequeñas flores, y hasta un viejo monedero olvidado.

"Todos encontramos cosas especiales, pero la verdadera diversión fue compartirla juntos" - reflexionó Olivia.

De regreso en casa, la abuela les dijo:

"Se dieron cuenta de que lo que importa no son las cosas, sino la maravilla de encontrarlo juntos."

La piedra después la colocaron en un lugar especial en la casa de sus abuelos como símbolo de su viaje. Al finalizar su visita, los hermanos prometieron regresar y vivir más aventuras con su familia.

"La próxima vez, ¡tendremos que encontrar un dragón!" - rió Alex.

"Y tal vez volar alto como esas nubes de algodón de azúcar" - agregó Olivia.

Cuando volvieron a Brasil, traían consigo su experiencia mágica y la certeza de que la familia es el mejor tesoro que uno puede tener.

FIN.

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