El viaje mágico de Alicia en busca de Dios


Alicia era una niña curiosa y soñadora que vivía en la hermosa ciudad de Villahermosa, en Tabasco, México. Tenía el cabello negro como el carbón y unos ojos brillantes que reflejaban su ansia por descubrir el mundo.

Un día, mientras caminaba hacia la escuela, Alicia se detuvo frente a una iglesia. Observó con curiosidad a las personas que entraban y salían del lugar sagrado.

En ese momento, sintió una inquietud en su corazón y decidió buscar respuestas sobre Dios. En la escuela, Alicia levantó su manita emocionada para hacerle una pregunta a su maestra. La señorita Laura sonrió al verla tan interesada y le preguntó qué quería saber.

"-Señorita Laura, ¿sabe usted dónde puedo encontrar a Dios?"- preguntó Alicia con entusiasmo. La maestra reflexionó un instante antes de responder: "-Alicia, todos tenemos nuestra propia forma de encontrar a Dios.

Algunos lo encuentran en los lugares sagrados como iglesias o templos, otros lo encuentran en la naturaleza o incluso dentro de sí mismos". Alicia quedó pensativa ante las palabras de su maestra. Decidió seguir sus consejos y comenzar su búsqueda explorando diferentes lugares de la ciudad.

Una tarde soleada, Alicia visitó el Parque Tomás Garrido Canabal. El aroma fresco de las flores llenaba el aire mientras ella recorría los senderos rodeados de árboles frondosos. Allí se sentó junto a un riachuelo y cerrando los ojos intentó conectarse con Dios.

"-Dios, si estás aquí, por favor hazme sentir tu presencia"- susurró Alicia en voz baja. En ese instante, un suave viento acarició su rostro y las hojas de los árboles comenzaron a bailar al compás del viento.

Alicia sintió una paz interior y supo que Dios estaba allí con ella. Llena de emoción, Alicia continuó su búsqueda. Visitó el Museo Regional de Antropología Carlos Pellicer Cámara y quedó maravillada con las exposiciones sobre la historia y la cultura tabasqueña.

Mientras admiraba las piezas arqueológicas, se detuvo frente a un mural que representaba la creación del mundo según la mitología maya. Alicia se emocionó al ver cómo los dioses formaban cada parte del universo con amor y cuidado.

En ese momento entendió que Dios también está presente en el arte y en la creatividad humana. Continuando su aventura, Alicia llegó hasta el río Grijalva. Allí observó cómo el agua fluía sin cesar, brindando vida a todo lo que tocaba.

Se sentó en una roca cerca del río y cerrando los ojos escuchó atentamente el sonido pacífico del agua corriendo. "-Dios, si estás aquí, muéstrame tu grandeza"- pidió Alicia en silencio.

De repente, un grupo de aves multicolores volaron sobre ella formando figuras asombrosas en el cielo azul. Alicia sonrió sabiendo que había encontrado a Dios en la belleza de la naturaleza.

Con cada experiencia vivida, Alicia comprendió que no necesitaba buscar afuera de sí misma para encontrar a Dios. Él estaba en todas partes, en cada rincón de su amada ciudad. Finalmente, Alicia regresó a la escuela y se acercó a la señorita Laura con una sonrisa radiante.

"-Señorita Laura, encontré a Dios en el parque, en el museo y en el río. ¡Está en todas partes!"- exclamó emocionada. La maestra abrazó a Alicia con ternura y le dijo: "-Eso es porque tú tienes un corazón puro y abierto, querida Alicia.

Dios siempre estará contigo si sigues buscándolo con amor y curiosidad". Alicia comprendió que su búsqueda no había terminado, pues cada día sería una nueva oportunidad para descubrir más sobre Dios y sobre sí misma.

Desde aquel día, Alicia se convirtió en una niña llena de gratitud por las maravillas que la rodeaban.

Y aunque nunca dejó de preguntarse dónde podía encontrar a Dios, sabía que la respuesta estaba dentro de ella misma y que solo necesitaba abrir los ojos del corazón para verlo presente en cada momento de su vida. Y así, Alicia continuó su camino lleno de alegría y asombro por todo lo que el mundo tenía para ofrecerle.

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