El viaje mágico de Angy Abril


Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una niña llamada Angy Abril. Angy era una niña muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras para vivir.

Un día soleado, mientras jugaba en el jardín de su casa, vio a lo lejos a su tía Lucía caminando hacia ella. "-¡Hola Angy Abril! ¿Qué estás haciendo?" -preguntó entusiasmada la tía Lucía. "-¡Hola tía! Estoy aburrida, no sé qué hacer" -respondió Angy con una mueca de tristeza.

La tía Lucía sonrió y dijo: "-Tengo una idea perfecta para ti. ¡Vamos a dar un paseo por el parque y luego merendaremos algo delicioso!"Angy se iluminó de alegría y rápidamente tomó la mano de su tía.

Caminaron juntas hasta llegar al hermoso parque del pueblo. Allí había árboles altos y coloridas flores que llenaban el aire con su dulce aroma.

Mientras paseaban, la tía Lucía le contó a Angy historias sobre cuando era niña y también le enseñó sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. Juntos recogieron basura que encontraron en el camino y aprendieron cómo reciclar correctamente. Después de un rato, llegaron a un hermoso lago rodeado de patitos nadando felices.

La tía Lucía sacó una manta del bolso y se sentaron junto al agua para disfrutar del paisaje mientras merendaban unas ricas galletitas caseras. "-Tienes que probar estas galletitas, Angy Abril.

Son las mejores que he hecho en mucho tiempo" -dijo la tía Lucía con una sonrisa.

Angy mordió una galletita y exclamó: "-¡Qué ricas están, tía! ¿Me enseñas cómo hacerlas?"La tía Lucía asintió y les prometió pasar una tarde juntas en su casa para cocinar todas las delicias que quisieran. Después de merendar, Angy se acercó al lago y vio a un patito solitario nadando tristemente. Se le ocurrió una idea para hacerlo feliz. "-Tía Lucía, ¿puedo tomar prestado tu teléfono celular?" -preguntó Angy emocionada.

La tía Lucía se lo entregó y Angy buscó en internet información sobre cómo cuidar a los patos. Descubrió que necesitan compañeros de juego para estar felices.

Entonces, con el permiso de su tía, Angy fue a buscar algunas migas de pan en el parque y las lanzó al agua cerca del patito solitario. Pronto, otros patitos se acercaron y comenzaron a jugar todos juntos. El patito solitario parecía más feliz que nunca.

La tía Lucía observaba orgullosamente cómo la creatividad e iniciativa de su sobrina habían logrado cambiarle la vida a ese pequeño animalito. Al finalizar el día, regresaron a casa llenas de alegrías y aprendizajes.

Angy Abril había descubierto la importancia de cuidar el medio ambiente, ser solidaria con los animales y siempre encontrar formas creativas de hacer felices a los demás.

Desde ese día en adelante, Angy y su tía Lucía se convirtieron en grandes amigas y juntas siguieron explorando el mundo, aprendiendo cosas nuevas y ayudando a quienes más lo necesitaban.

Y así, la historia de Angy Abril Tía paseo merienda nos enseña que no importa cuán pequeños seamos, siempre podemos marcar una gran diferencia en el mundo si tenemos un corazón lleno de amor y una mente llena de ideas.

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