El Viaje Mágico de Antho y Lou a Perú



Era un brillante día de septiembre cuando Antho y Lou decidieron hacer algo especial por el cumpleaños de Antho. Lou, siempre llena de ideas, sugirió:

"¡Antho! ¿Y si viajamos a Perú? Siempre soñaste con conocer Machu Picchu."

Antho, emocionado, respondió:

"¡Eso suena increíble! ¿Pero cómo vamos a llegar allá?"

Lou sacó un mapa de su mochila, ella era muy organizada y siempre llevaba lo que necesitaba.

"¡Mirá! Podemos tomar un avión y después un tren que nos lleve a las montañas. Será una aventura."

Tras muchos preparativos y mucho entusiasmo, finalmente llegó el día del viaje. Subieron al avión, y mientras volaban, miraban por la ventanilla y observaban las nubes.

"¡Mirá, parecen algodones de azúcar!" dijo Antho.

"Sí, pero no podríamos comérnoslas, tendríamos que pedirle a un oso de peluche que haga eso." se rió Lou.

Una vez aterrizados en Perú, Antho y Lou sintieron que estaban en un lugar mágico. La música de las flautas y las coloridas vestimentas de la gente los sorprendieron.

"¡Esto es impresionante!" exclamó Antho al ver la plaza principal.

"Sí, y hoy celebraremos tu cumpleaños de una manera espectacular," respondió Lou con una sonrisa.

Caminaron y exploraron cada rincón de la ciudad de Cusco, donde probaron deliciosas comidas, como el famoso ceviche y los anticuchos. Después, decidieron abordar un tren hacia Machu Picchu. Durante el recorrido, conocieron a un niño llamado Mateo, que les contó historias sobre la ciudad antigua.

"¿Quieren ver algo mágico?" preguntó Mateo, con ojos brillantes.

"¿Magic? ¡Por supuesto!" dijo Lou emocionada.

Mateo llevó a Antho y Lou a un lugar secreto, donde se encontraba una gran piedra con grabados antiguos.

"Esta piedra es la puerta a la sabiduría de los incas. Si tocas los grabados con respeto, te compartirán sus secretos," explicó Mateo.

Antho, un poco escéptico, se acercó y tocó la piedra. De repente, una suave brisa sopló, y un brillo calido llenó el aire.

"¿Ves? ¡Es mágico!" gritó Lou, asombrada.

"Sí, creo que está compartiendo sus historias con nosotros…" murmuró Antho.

Después de eso, los tres decidieron hacer un picnic en un prado cercano, donde colocaron las maravillas que habían comprado: frutas, dulces y un gran pastel que Antho había traído. Mientras comían, comenzaron a contar historias sobre sus sueños.

"Yo quiero ser un explorador, viajar por el mundo y descubrir cosas nuevas," dijo Antho.

"Yo quiero ser artista y dibujar el mundo que veo," dijo Lou.

"Y yo quiero ser narrador de todas nuestras aventuras," agregó Mateo.

Cuando terminó el picnic, Antho sopló las velas de su pastel y pidió su deseo más grande:

"Quiero que cada cumpleaños sea especial, lleno de aventuras."

De repente, una mariposa de colores vibrantes se acercó a ellos, y luego voló hacia las montañas.

"¡Miren!" gritó Lou.

"¡Es como si nos estuviera guiando!" agregó Antho.

Siguiendo la mariposa, llegaron a un mirador donde se podía ver Machu Picchu.

"Es aún más hermoso de lo que imaginé," dijo Antho, con la mirada fija en la ciudad perdida.

"A veces, seguir la magia de la vida nos lleva a los lugares más increíbles," reflexionó Lou.

Regresaron a Cusco con el corazón lleno de alegría y aventuras. Se despidieron de Mateo, prometiendo regresar algún día.

"¡Feliz cumpleaños, Antho!" dijo Lou con una gran sonrisa.

"Gracias, Lou. Este fue el mejor cumpleaños de todos," respondió Antho mientras miraba la mariposa volar en el horizonte.

Y así, Antho y Lou regresaron a casa, no solo con recuerdos inolvidables y un nuevo amigo, sino con una lección sobre la amistad, la magia de los sueños y la importancia de explorar el mundo. A partir de ese día, se prometieron seguir viajando y descubriendo juntos, aprendiendo siempre algo nuevo y creando historias que contar.

Fueron días que jamás olvidarían, llenos de risas, magia y la promesa de nuevas aventuras.

Fin.

FIN.

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