El viaje mágico de Elías y sus amigos
Había una vez un niño llamado Elías, quien vivía en una pequeña casa rodeada de árboles y flores.
En ese lugar mágico, Elías tenía tres amigos muy especiales: un perrito llamado Rocky, un gato llamado Simón y un pajarito llamado Pipo. Un día soleado, Elías decidió salir a jugar con sus amigos al jardín. Los cuatro se divertían mucho corriendo detrás de las mariposas y saltando en los charcos que quedaban después de la lluvia.
Pero algo inesperado sucedió: ¡el cielo se oscureció y empezó a llover! Elías se asustó un poco porque nunca había visto llover tan fuerte, pero sus amigos animales lo tranquilizaron. Rocky le dijo: "No te preocupes, Elías.
Vamos a buscar refugio bajo el gran árbol". Así que todos corrieron hacia allí para protegerse de la lluvia. Mientras esperaban a que parara de llover, Simón el gato tuvo una idea brillante.
"Podemos contar chistes para hacer reír a Elías", sugirió emocionado. Y así comenzaron a contar chistes uno tras otro:- ¿Qué hace una abeja en el gimnasio? ¡Zum-ba! Elías soltó una risita adorable y aplaudió emocionado.
Después fue el turno de Pipo el pajarito:- ¿Qué le dice un semáforo a otro? No me mires, me estoy cambiando. Todos rieron con ganas ante ese chiste tan gracioso. La lluvia seguía cayendo afuera, pero el árbol los protegía y la risa llenaba sus corazones.
De repente, Elías vio algo brillante en el suelo. ¡Era un arcoíris! Sus ojitos se iluminaron de alegría y señaló el hermoso espectáculo a sus amigos. "¡Miren, miren!", exclamó emocionado. Rocky, Simón y Pipo se acercaron para ver el arcoíris también.
Y entonces, una idea aún más emocionante surgió en sus mentes: ¿y si seguían al arcoíris para descubrir dónde terminaba? Sin pensarlo dos veces, los cuatro amigos comenzaron a seguir las luces del arcoíris.
Atravesaron prados verdes, cruzaron ríos cristalinos y pasaron por bosques encantados hasta llegar a un lugar maravilloso: un campo lleno de flores de todos los colores.
Elías estaba tan feliz que empezó a reír y bailar entre las flores mientras Rocky corría a su alrededor ladrando de emoción. Simón saltaba con destreza entre ellas y Pipo volaba por encima cantando una hermosa melodía. Después de jugar durante horas en aquel campo mágico, Elías decidió regresar a casa junto con sus amigos animales.
Pero llevaban consigo la magia del arcoíris en sus corazones.
A partir de ese día, Elías aprendió que no importa qué tan gris parezca el cielo o cuántas tormentas haya en su vida; siempre habrá momentos felices esperándolo al final del camino. Y gracias a Rocky, Simón y Pipo, Elías descubrió que la amistad y la risa son los mejores remedios para cualquier tristeza.
Desde aquel día, Elías y sus amigos animales siguieron viviendo aventuras juntos, creando recuerdos inolvidables y demostrándose a sí mismos que, sin importar las circunstancias, siempre hay razones para sonreír. Y así termina esta historia llena de alegría y enseñanzas. Recuerda, querido Elías, que la amistad verdadera puede iluminar incluso los días más oscuros.
Y siempre habrá un arcoíris esperando al final del camino.
FIN.