El Viaje Mágico de las Emociones



En un pequeño pueblo, vivía una niña llamada Sol. Sol era conocida por su risa contagiosa, pero también era una niña muy emotiva. A veces se sentía ansiosa porque tenía que dar una presentación en la escuela, otras veces se enojaba cuando no le daban la razón en un juego, y siempre se llenaba de alegría en las fiestas con sus amigos.

Una noche, mientras se preparaba para dormir, Sol se dio cuenta de que sus emociones estaban descontroladas. "Hoy me siento muy ansiosa y no puedo dormir"-, se decía a sí misma. Así que decidió cerrar los ojos e imaginar un mundo diferente, un lugar donde sus emociones pudieran jugar y entenderse entre sí.

De repente, Sol se encontró en un bosque lleno de colores brillantes. Frondosos árboles de caramelo, flores que reían y un cielo que brillaba con luces de colores. Era un lugar mágico.

Allí conoció a una pequeña criatura llamada Mechitas, que tenía un pelaje azul y ojos chispeantes. Mechitas era la guardiana de las emociones.

"Hola, Sol! He estado esperando tu llegada. Aquí, nuestras emociones pueden hablar y aprender juntas. ¿Te gustaría conocerlas?"-

Curiosa, Sol asintió y siguió a Mechitas. Pronto se encontraron con Ansiedad, una mariposa nerviosa que revoloteaba sin parar.

"Hola, Sol. A veces siento que todo me abruma y no sé cómo calmarme"-, dijo Ansiedad, con un tintineo en su voz.

Sol pensó en cuántas veces se había sentido así y decidió ayudarla. "Tal vez podemos practicar respiraciones profundas juntas. Cuando respiro profundo, el aire entra y me siento más tranquila"-

Ansiedad se quedó quieta y respiró junto a Sol. Poco a poco, su revoloteo se calmó y se sonrió. "¡Gracias, Sol! Ahora sé que es importante tomarse un momento para respirar"-

Continuaron su camino y pronto se encontraron con Furia, un león de mil colores que rugía inconteniblemente.

"¡Raaaar! ¡No puedo creer que mi juego haya terminado!"-, bramó Furia.

Sol sintió un escalofrío. "Furia, ¿por qué no hablamos en lugar de rugir? A veces, me enoja mucho perder en un juego"-, le dijo.

Furia se detuvo y se puso a pensar. "Es cierto, gritar no ayuda a que me sienta mejor. Quizás si hablo de lo que siento, me sentiría más tranquilo"-

Sol recordó que a veces, hablar con alguien sobre lo que le molesta le ayudaba a lidiar con su enojo. Así que Furia y Sol se sentaron juntos, y después de un rato, el león dejó escapar un suave rugido, como si se sintiera aliviado.

Por último, Sol se encontró con Alegría, un pájaro que cantaba melodías brillantes mientras volaba en círculo.

"¡Hola, Sol! ¡La vida es hermosa!"-, trilla Alegría, llenando el aire con risas.

"Sí, Alegría, a veces me siento tan feliz como tú. Pero hay momentos en que las otras emociones me llenan!"-

"Eso está bien, Sol. ¡¡Las emociones son parte de la vida! ! A veces hay que dejarlas salir, como si fueran colores en el cielo. No hay que tener miedo, porque después vuelve el sol"-

Y así, mientras reían, Sol entendió que cada emoción tenía su lugar y que no había nada de malo en sentir lo que sentía. Cada una tenía su propia importancia.

"Gracias, Mechitas. Gracias, Ansiedad, Furia y Alegría. Ahora sé que puedo lidiar con mis emociones de una forma más amable"-, dijo Sol mientras se preparaba para regresar a casa.

Con una sonrisa y el corazón más liviano, Sol despertó en su habitación, todavía pensando en su viaje. "Hoy aprenderé a respirar profundamente cuando tenga ansiedad, hablar cuando sienta furia, y disfrutar de cada momento de alegría"-, se prometió.

Esa noche, Sol se durmió sabiendo que tenía herramientas para manejar sus emociones, y así, cada día se volvía un poco más fuerte.

Y en aquel mágico bosque, Ansiedad, Furia y Alegría se dieron cuenta de que juntas podían hacer de la vida de Sol un lugar aún más hermoso.

FIN.

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