El Viaje Mágico de los Números



En un pequeño pueblo llamado Númerolandia, vivían cinco amigos inseparables: Uno, Dos, Tres, Cuatro y Cinco. Cada día, se reunían en la plaza del pueblo para jugar y aprender cosas nuevas sobre los números.

Un día, mientras jugaban a contar flores, Uno dijo:

- ¡Chicos, hoy aprendí que contar puede ser muy divertido!

- ¡Sí! -siguió Dos- Contar es como un juego. ¡Vamos a hacer una aventura!

- ¿A dónde iremos? -preguntó Tres emocionado.

Cuatro, siempre curioso, sugirió:

- ¡Podríamos explorar el Bosque de los Números! Allí viven los números más grandes y tal vez podamos aprender algo especial.

- ¡Genial! -exclamó Cinco, saltando de alegría. Ya quiero ver a Seis y Siete.

Así que, armados con su entusiasmo y un mapa hecho de hojas, los cinco amigos se adentraron en el Bosque de los Números. Caminaban en fila, contando los pasos para no perderse.

- Uno, dos, tres, cuatro, cinco -contaban alegremente.

Al llegar al corazón del bosque, se encontraron con un bello lago. La superficie era tan clara que podían ver sus propios reflejos. De repente, del agua apareció un pez dorado, que era muy especial y sabía hablar.

- ¡Hola, amigos! Soy Pescado Tres. ¿Qué los trae por aquí?

- ¡Hola, Pescado Tres! -dijo Uno- Estamos buscando aprender más sobre contar.

- ¿Me pueden ayudar? -intervino el pez- Quiero reunir a mis amigos, pero necesito que ustedes cuenten lo que ven en el agua.

- ¡Claro! -respondió Dos, ya muy entusiasmado. - Vamos a contar todo lo que hay.

Empezaron a contar a los peces que nadaban en el lago:

- Uno… ¡hay un pez! -dijo Uno.

- Dos… ¡se unió otro pez! -añadió Dos.

- Tres… ¡aquí viene uno más! -gritó Tres.

- Cuatro… ¡y hay otro! -se emocionó Cuatro.

- Cinco… ¡están pescando muchos! -exclamó Cinco.

Así, fueron contando los peces hasta llegar a diez y más. Pero cuando llegaron a veinte, el agua comenzó a brillar.

- ¡Miren! -gritó Pescado Tres- ¡El lago está respondiendo a su cuenta!

De repente, un enjambre de peces de todos los tamaños y colores comenzó a bailar en el agua. Era un espectáculo deslumbrante que iluminó todo el bosque. Los amigos estaban asombrados y comenzaron a saltar de alegría.

- ¡Esto es mágico! -dijo Cuatro, aplaudiendo.

- Ahora, vamos a contar juntos los colores de los peces -sugirió Uno, que siempre quería aprender más.

Así que comenzaron a contar los colores: un pez rojo, dos azules, tres amarillos y más. Pero de repente, el pez dorado se detuvo.

- Chicos, estoy muy agradecido, pero para que el bosque no se apague, necesitamos contar con sentidos.

- ¿Con sentidos? -preguntó Tres, confundido.

- Sí, muéstrenme cuántas veces pueden tocar su nariz con los dedos mientras cuentan -sonrió Pescado Tres.

Así, los amigos comenzaron:

- Uno… ¡toqué la nariz! -gritó Uno.

- Dos… ¡la toqué otra vez! -dijo Dos.

- Tres… ¡oh, esto es divertido! -se rió Tres.

- Cuatro… ¡me divierto mucho! -exclamó Cuatro.

- Cinco… ¡cada vez que contamos es más divertido! -concluyó Cinco.

Al contar y tocar, los colores del bosque se hicieron más vivos. Los árboles brillaban con destellos y las flores danzaban alegremente. Pescado Tres les agradeció con una gran sonrisa.

- Gracias, amigos. ¡Han salvado el bosque con su alegría y cuenta! Pero todavía falta algo.

- ¿Qué es? -preguntó Cinco intrigado.

- Ustedes deben aprender a contar hacia atrás. Es igual de importante.

- ¡Contemos hacia atrás! -propuso Dos entusiasmado.

Y así, comenzaron a contar hacia atrás desde diez:

- Diez, nueve, ocho… -cantaban entusiasmados.

Cuando terminaron, el bosque estalló en un brillo aún más grande y una lluvia de luces los rodeó.

- ¡Lo han logrado! -aulló Pescado Tres.

Los cinco amigos estaban felices. Se despidieron del pez y regresaron a casa, recordando lo que aprendieron sobre contar.

Desde ese día, Númerolandia brilló un poco más por todos los conocimientos que compartieron en su aventura. Y siempre que alguien necesitaba contar, miraban al cielo y recordaban el Bosque de los Números.

- ¡Contar es divertido! -decían siempre.

Y así aprendieron que contar no solo es importante sino que también puede ser una aventura mágica.

Y colorín colorado, este cuento se ha contado.

FIN.

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