El viaje mágico de Lucas y Martina
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, dos amigos muy especiales llamados Lucas y Martina. Ambos soñaban con visitar la Ciudad Mágica de las Luces, un lugar maravilloso lleno de colores y sorpresas.
Un día, Lucas decidió que era hora de emprender ese gran viaje y le propuso a Martina sumarse a la aventura. Martina, emocionada por la idea, aceptó sin dudarlo.
Con sus mochilas llenas de ilusiones y provisiones para el camino, comenzaron su travesía hacia la Ciudad Mágica de las Luces. El camino estaba lleno de obstáculos y desafíos, pero juntos lograban superarlos. Pasaron por bosques oscuros donde los árboles parecían susurrar secretos al viento.
En esos momentos difíciles, Lucas siempre animaba a Martina diciéndole: "No te preocupes amiga, juntos encontraremos el camino". Después de atravesar montañas altísimas donde el aire se volvía más fresco y puro, llegaron a un río caudaloso que les bloqueaba el paso.
No sabían cómo cruzarlo sin mojarse ni perder sus pertenencias. Martina pensó en rendirse, pero Lucas tenía otra idea brillante en mente. Buscaron palos largos y resistentes para construir un puente improvisado sobre el río.
Con mucho cuidado caminaron uno detrás del otro hasta llegar al otro lado satisfechos por haber encontrado una solución creativa al problema. Continuaron su camino valiente hacia la Ciudad Mágica de las Luces cuando se encontraron con un anciano sabio.
El anciano les contó que para llegar a la ciudad, debían resolver un acertijo muy difícil.
"- Si quieres entrar en la Ciudad Mágica de las Luces, deben responderme: ¿Qué es lo único que aumenta cuando se comparte y disminuye cuando se guarda solo para uno?"Lucas y Martina pensaron durante mucho tiempo pero no lograban encontrar la respuesta correcta.
De repente, Martina tuvo una idea brillante y exclamó: "- ¡La felicidad! La felicidad aumenta cuando se comparte con otros y disminuye cuando solo nos preocupamos por nosotros mismos". El anciano sonrió satisfecho y asintió con la cabeza.
Les abrió las puertas hacia la Ciudad Mágica de las Luces, donde los colores danzaban al ritmo de la música y los sueños se hacían realidad. Lucas y Martina caminaron maravillados por las calles llenas de luces parpadeantes y fuentes mágicas. Descubrieron atracciones emocionantes como montañas rusas voladoras y carruseles gigantes. Pero lo más importante fue que aprendieron lecciones valiosas en el camino.
Aprendieron que juntos podían superar cualquier obstáculo, que ser creativos era clave para solucionar problemas difíciles, pero sobre todo aprendieron el valor de compartir momentos especiales con aquellos a quienes aman.
Después de pasar días inolvidables en la Ciudad Mágica de las Luces, Lucas y Martina decidieron regresar a su querido pueblo Villa Esperanza. Pero esta vez llevaban consigo una maleta llena de recuerdos hermosos y el deseo de seguir explorando el mundo juntos.
Y así, con la amistad como su mayor tesoro, Lucas y Martina volvieron a casa sabiendo que habían vivido una gran aventura que siempre recordarían con una sonrisa en sus rostros.
FIN.