El viaje mágico de Noche y sus amigas
Había una vez en la hermosa arboreda de Villa Luciérnaga, un pequeño pueblo lleno de luciérnagas. Cada noche, las luciérnagas salían a brillar y llenaban el lugar con su luz mágica.
Una noche, mientras todas las luciérnagas se reunían para comenzar su danza nocturna, una de ellas llamada Noche se dio cuenta de que estaba perdida. Sus amigas ya habían volado lejos y ella no sabía cómo encontrarlas.
Noche comenzó a volar en todas direcciones, pero cuanto más intentaba encontrar a sus amigas, más asustada se sentía. La oscuridad de la arboreda parecía amenazante y cada ruido la hacía temblar. En ese momento, apareció Luna, una vieja sabia libélula que vivía en un árbol cercano.
Luna era conocida por sus consejos y siempre estaba dispuesta a ayudar. "¿Qué te ocurre, pequeña luciérnaga?", preguntó Luna con voz dulce. Noche explicó su situación y cómo se había perdido de sus amigas.
Estaba tan asustada que temía nunca volver a verlas. Luna sonrió tranquilamente y le dijo: "No te preocupes Noche, estoy segura de que podemos encontrar una solución juntas".
Luna guió a Noche hacia un claro en medio del bosque donde había un estanque brillante lleno de lirios acuáticos. Allí encontraron al señor Sapo cantando tristemente junto al agua. "¡Señor Sapo!", exclamó Luna. "Tenemos un problema aquí. "El señor Sapo se detuvo y miró a Noche con curiosidad.
Ella le explicó lo que había sucedido y cómo estaba perdida. "No te preocupes, pequeña luciérnaga", dijo el señor Sapo. "Yo conozco todo el bosque y sé cómo encontrar a tus amigas".
El señor Sapo les habló de un sendero secreto que solo él conocía, uno que llevaba directamente al lugar donde las luciérnagas solían reunirse cada noche. Noche sintió una chispa de esperanza en su corazón. Juntos, Noche, Luna y el señor Sapo emprendieron la búsqueda.
Siguiendo las indicaciones del sapo, llegaron a un claro mágico lleno de flores luminosas y mariposas brillantes. Y allí estaban todas las amigas de Noche, volando felices y riendo juntas. Al verla llegar, corrieron hacia ella para darle un cálido abrazo.
"¡Noche! ¡Nos alegra tanto verte!", exclamaron emocionadas. Noche se dio cuenta de cuánta falta le habían hecho sus amigas y lo importante que era estar juntas.
Agradeció enormemente a Luna y al señor Sapo por ayudarla a encontrar su camino de regreso. Desde ese día en adelante, Noche nunca más se perdió en la arboreda. Siempre volaba junto a sus amigas durante la noche, iluminando el camino con su brillo mágico.
Y así es como aprendió que incluso cuando nos sentimos perdidos o asustados, siempre hay alguien dispuesto a ayudarnos si sabemos pedirlo. La amistad y la solidaridad son como una luz en nuestra vida, guiándonos hacia la felicidad.
FIN.