El Viaje Mágico de Oso, Serpiente y Zebra



Una mañana radiante, en la selva mágica de Zumel, vivían tres amigos inseparables: Oso, la Serpiente y la Zebra. Era un lugar lleno de maravillas, con árboles arcoíris, flores que cantaban y ríos de aguas brillantes. Todos los días se aventuraban juntos y descubrían secretos asombrosos de la selva.

"¡Hoy es un gran día para explorar!", exclamó Oso, revolviendo la tierra con sus patas fuertes.

"Sí, escuché rumores de una fruta mágica que hace reír hasta a los más tristes", dijo la Serpiente, moviendo su cola de emoción.

"Y la encontraremos", agregó la Zebra con su característica energía.

Con una gran sonrisa, los tres amigos se lanzaron a la selva. Tras caminar un rato, llegaron a un claro lleno de árboles altos con hojas de colores vibrantes.

"Mirá esas frutas brillantes, deben ser las que buscamos", dijo la Zebra, señalando unas bolas doradas colgando de las ramas.

Sin embargo, al intentar alcanzarlas, un estruendo resonó en el aire. de entre los árboles apareció un gran loro colorido, que les dijo:

"Si quieren las frutas, primero deberán superar tres pruebas. Solo aquellos que demuestran verdadero valor y amistad pueden acceder a su magia."

Oso, Serpiente y Zebra se miraron, emocionados y un poco nerviosos.

"¡Aceptamos el desafío!", gritaron al unísono.

La primera prueba consistía en cruzar un puente colgante muy alto.

"Tengo miedo de caer", admitió Oso, viendo el abismo.

"¡No te preocupes! ¡Te tengo!", dijo la Serpiente, enrollándose a su alrededor para darle seguridad.

Atravesaron el puente juntos y llegaron al otro lado, con el corazón latiendo a mil por hora, pero lo lograron.

La siguiente prueba fue resolver un acertijo del loro:

"¿Qué es algo que puede volar sin alas, correr sin pies y llorar sin lágrimas?", preguntó el loro, sonriendo.

Los amigos se pusieron a pensar.

"¡Lo tengo!", exclamó Zebra. "¡Es el viento!", dijo, llena de orgullo. El loro asintió, satisfecho.

"Última prueba: deberán encontrar una flor de la amistad en este jardín", les dijo el loro.

Pasearon por el jardín lleno de flores raras. Después de buscar un buen rato, Serpiente gritó:

"¡Acá hay una! Es diferente a todas las demás."

Era una flor con pétalos que brillaban como estrellas.

"¡Bien hecho!", celebró Oso.

"¡Viva la amistad!", agregó Zebra saltando de alegría.

Cuando regresaron el loro las observó con cuidado y dijo:

"¡Han demostrado su destreza! Ahora pueden tomar las frutas mágicas."

Los tres amigos recogieron las frutas brillantes contentísimos.

"¿Cuál será el primer deseo?", preguntó Zebra.

"Que nunca falte la amistad entre nosotros", dijo Oso, mientras Serpiente asintió.

"Entonces, ¡a comer!", dijo Zebra y los tres saborearon las frutas.

De repente, risa contagiosa llenó el aire. Todo parecía brillar más intensamente y en ese momento entendieron que la verdadera magia no estaba en las frutas, sino en su amistad.

Regresaron al claro, llenos de alegría y decidieron que siempre buscarían nuevas aventuras, recordando que juntos eran invencibles.

FIN.

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