El viaje mágico de Rebeca


Había una vez una niña llamada Rebeca que vivía en un pequeño pueblo. Era una niña feliz y llena de energía, siempre corriendo y jugando con sus amigos.

Pero un día, algo inesperado sucedió: Rebeca se enfermó de leucemia. Rebeca no entendía qué estaba pasando. No podía jugar como antes y tenía que pasar mucho tiempo en el hospital recibiendo tratamientos médicos. Sus padres estaban muy preocupados por ella, pero trataban de mantenerla animada.

Un día, mientras estaba en el hospital, Rebeca conoció a Lucas, otro niño de su edad que también tenía leucemia. Lucas era un chico muy divertido y siempre encontraba la manera de hacer reír a Rebeca.

Juntos compartieron risas y juegos dentro del hospital. Un día, cuando los dos niños estaban aburridos en sus camas del hospital, se les ocurrió una idea emocionante: ¡crear su propio mundo mágico! Decidieron llamarlo "El país de las sonrisas".

Para crear este país mágico, cada uno debía pensar en algo que los hacía felices y dibujarlo en un papel. Luego lo colgaban en la pared para convertirlo en parte del país de las sonrisas.

Rebeca dibujó un sol brillante porque le encantaba cuando salía el sol y podía jugar afuera con sus amigos. Lucas dibujó una montaña alta porque soñaba con escalarla algún día.

A medida que añadían más dibujos al país de las sonrisas, algo increíble comenzó a suceder: cada vez que uno de ellos se sentía triste o enfermo, el país de las sonrisas cobraba vida y los transportaba a un lugar mágico donde todo era posible.

Un día, cuando Rebeca estaba recibiendo su tratamiento de quimioterapia, cerró los ojos e imaginó que estaba en el país de las sonrisas. De repente, se encontró corriendo por prados verdes y jugando con animales felices. Se sentía más fuerte y llena de energía.

Cuando volvió a abrir los ojos, se dio cuenta de que su tratamiento había terminado. Los médicos le dijeron que sus células cancerígenas estaban disminuyendo y que pronto estaría completamente sana. Rebeca no podía creerlo.

El país de las sonrisas realmente la había ayudado a sanar. Decidió compartir su experiencia con otros niños enfermos para darles esperanza y alegría durante sus tratamientos.

Junto con Lucas, comenzaron a visitar otros hospitales llevando dibujos del país de las sonrisas y contándoles historias sobre cómo les había ayudado a ellos. Pronto, más niños se unieron al país de las sonrisas y todos juntos disfrutaban del poder curativo del amor, la amistad y la imaginación.

Rebeca aprendió que aunque la leucemia fue un desafío difícil en su vida, también le enseñó el valor de ser valiente y encontrar alegría incluso en los momentos más oscuros. Y así, ella vivió felizmente rodeada del amor y la magia del país de las sonrisas para siempre.

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