El Viaje Mágico de Sofía



Era una noche fría en diciembre y la pequeña Sofía no podía dormir. Había estado preguntándose si Santa Claus existía de verdad. Sus amigos en la escuela decían que era solo una historia.

"Mami, ¿es cierto que Santa no existe?" -preguntó Sofía con ojos tristes.

"Mi amor, la magia está en lo que creemos. Si quieres que exista, entonces él siempre estará contigo" -respondió su mamá sonriendo.

Pero esa noche, las dudas de Sofía persistían. Se dio vuelta en su cama y, para su sorpresa, se quedó dormida. En su sueño, un tren con luces brillantes se detenía frente a su casa, haciendo un ruido alegre y festivo. Cuando se despertó, la luna iluminaba su habitación y, al mirar por la ventana, se dio cuenta de que el tren seguía allí, esperando.

"¡Wow!" -exclamó Sofía, con los ojos bien abiertos.

Sin pensarlo dos veces, se vistió rápidamente y salió corriendo hacia el tren. Al subir, fue recibida por un dulce enano que llevaba un gorro rojo.

"¡Bienvenida, Sofía! Este es el Tren de la Navidad, con destino al Polo Norte" -dijo el enano con una gran sonrisa.

Sofía estaba maravillada. "¿De verdad puedo ir al Polo Norte?" -preguntó.

"¡Por supuesto! Pero debes ayudarme a encontrar la estrella mágica que se perdió. Sin ella, no habrá Navidad este año" -respondió el enano, llamado Tín.

El tren comenzó a moverse y Sofía se asomó por la ventana. Desde allí, vio paisajes nevados, árboles decorados y renos volando en el cielo.

"¡Esto es increíble!" -gritó Sofía.

El tren hizo una parada en un bosque cubierto de nieve. Tín le explicó a Sofía que la estrella mágica estaba escondida en un lugar secreto, y que solo podía ser encontrada por alguien con un corazón lleno de fe y alegría.

"¿Cómo puedo ayudar?" -preguntó Sofía con ganas de participar.

"Debemos hacer amigos en este bosque. Quizás ellos tengan pistas sobre dónde encontrar la estrella" -dijo Tín.

Sofía y Tín comenzaron a explorar el bosque. Conocieron a una familia de conejitos que les explicó que habían visto una luz brillante cerca de un pequeño lago.

"¿Vieron una estrella?" -preguntó Sofía emocionada.

"Sí, pero estaba en un lugar muy alto, al lado del viejo árbol sabio" -respondió uno de los conejitos.

Decididos a encontrar la estrella, Sofía y Tín continuaron su camino. Pronto llegaron al árbol sabio, que era tan alto como un edificio.

"¿Cómo vamos a llegar hasta allá?" -preguntó Sofía, mirando hacia arriba.

"Deberíamos pedir ayuda a los pájaros que viven en las ramas altas" -sugirió Tín.

Sofía llamó a un grupo de pájaros que se posaron junto a ellos.

"¡Hola! Necesitamos su ayuda para encontrar la estrella mágica" -dijo Sofía.

Los pájaros aletearon con entusiasmo.

"Nosotros hemos visto la estrella. ¡Está reposando sobre la cima del árbol!" -chirriaron.

"¿Podrían ayudarnos a subir?" -preguntó Sofía.

Los pájaros asintieron y, sorprendentemente, formaron una escalera con sus alas. Sofía subió, mientras Tín la miraba con orgullo. Cuando logró llegar a la cima, ahí estaba la estrella, brillando con una luz cálida.

"¡La encontré!" -gritó Sofía.

Pero, al tocarla, sintió que algo extraño sucedía. La estrella comenzó a desvanecerse y Sofía sintió un fuerte tirón en su corazón.

"¡Sofía! ¡Debes creer en la magia!" -gritó Tín desde abajo.

Consciente de su deseo de que Santa existiera y de que la Navidad fuera especial, Sofía cerró los ojos y se concentró.

"¡Creo!" -dijo con todas sus fuerzas.

La estrella volvió a brillar intensamente y se posó delicadamente en su mano. En ese momento, todo el bosque vibró de alegría, y los conejitos y los pájaros comenzaron a saltar y a cantar.

Sofía descendió, y juntos deslumbraron al enano Tín con la estrella mágica.

"¡Lo logramos juntos! ¡La magia de la Navidad está viva!" -exclamó Tín abrazando a Sofía.

Justo en ese momento, el tren sonó su silbato, anunciando que era hora de regresar. Sofía subió nuevamente, con el corazón lleno de alegría y fe.

Esa noche, Sofía despertó en su cama justo cuando el sol empezaba a salir. Al mirar por la ventana, descubrió que había una estrella brillante en el cielo.

"¡Mamá! ¡La estrella!" -gritó emocionada.

Su madre vino corriendo.

"¿Qué pasa, Sofía?" -preguntó alarmada.

"¡Vi a Santa, y la estrella está aquí!" -dijo ella saltando de felicidad. Su mamá sonrió entendiendo que el viaje de Sofía había sido real en su corazón.

La Navidad llegó ese año, llena de risas, amor, y la certeza de que la magia realmente existía, siempre y cuando creyeras en ella.

FIN.

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