El Viaje Musical de Pablito
Pablito era un niño que venía de un país lejano, lleno de aventuras y sueños. Tenía una curiosidad insaciable y siempre quería descubrir cosas nuevas. Un día, Pablito se subió a un avión y voló hasta México, un lugar que siempre había soñado visitar. Cuando llegó, quedó maravillado por los colores, los aromas y la amabilidad de la gente.
Mientras paseaba por la plaza del pueblo, escuchó una melodía que le hizo parar en seco. Era una música hermosa, poderosa y llena de emoción. Se acercó un poco más y vio a un grupo de niños cantando con gran entusiasmo.
"¿Qué están cantando?" - preguntó Pablito.
"¡Es el himno nacional de México!" - respondió una niña con una gran sonrisa. "Es una canción muy importante para nosotros. Habla de amor a la patria y de valor."
Pablito, que sólo conocía los himnos de su país, se sintió intrigado y entusiasmado al mismo tiempo.
"¿Puedo aprenderlo también?" - preguntó con los ojos brillantes.
"¡Claro que sí!" - respondió un niño llamado Diego. "Pero primero, tienes que entender lo que significa."
Diego y los demás niños comenzaron a explicarle a Pablito el significado del himno. Le hablaron sobre la independencia de México, la lucha por la libertad y la importancia de ser valiente y solidario. A medida que escuchaba, Pablito sentía que su corazón latía con fuerza y emoción.
"¡Quiero aprenderlo!" - exclamó. "Es tan bonito, y siento que aunque soy de otro país, me conecta con ustedes."
Los amigos de Pablito empezaron a enseñarle el himno. Un poco nervioso, Pablito repitió las palabras mientras los otros niños lo ayudaban con la pronunciación. Poco a poco, empezó a sentir la música dentro de él. Se dio cuenta que más allá de las palabras, había un sentimiento profundo que unía a todos los mexicanos, y lo sentía en su propia piel.
Pero un día, mientras ensayaban en el parque, llegó un grupo de adultos que comenzaron a criticar la idea de que Pablito aprendiera el himno.
"¿Por qué le enseñan a un niño de otro país nuestro himno?" - dijo uno de ellos con desdén. "No pertenece aquí."
Pablito se sintió triste y confuso. Miró a sus nuevos amigos, que también parecían desconcertados.
"Quizás no debería cantar el himno después de todo..." - murmuró Pablito.
Pero entonces Diego, decidido, se puso de pie.
"¡Eso no es cierto!" - exclamó. "El himno nacional es para todos los que aman a México. Pablito tiene derecho a sentir con nosotros y a cantar con nosotros. La música une a la gente, sea de donde sea."
Los demás niños se unieron al apoyo de Diego.
"¡Sí!" - gritaron al unísono. "La riqueza de nuestro país está en su diversidad. Aquí hay espacio para todos, y siempre nos gusta conocer nuevas culturas."
Al escuchar esto, Pablito sonrió. Se sintió querido y aceptado.
"Gracias, amigos. Yo amo esta melodía y todo lo que representa. Prometo siempre respetar y celebrar a México, aunque venga de otro lugar."
El grupo se volvió a reunir y continuaron el ensayo del himno. Esta vez, Pablito se sintió más fuerte. Cantaron a todo pulmón, y la música resonó en el aire, llenando el lugar de alegría.
A partir de ese día, Pablito no solo aprendió el himno nacional de México, sino que también descubrió que la música, el respeto y la amistad cruzan fronteras. Cuando llegó el momento de cantar en la ceremonia del Día de la Independencia, Pablito se colocó una pequeña banda tricolor en su pecho. Con el pecho inflado de orgullo, entonó el himno junto a sus amigos.
Desde entonces, Pablito supo que, aunque venía de otro país, había encontrado un nuevo hogar en México, y cada vez que escuchaba el himno, su corazón cantaba con amor y unidad.
Así, Pablito se llevó consigo no solo un himno, sino también una familia y un recuerdo inolvidable que atesoraría para siempre. Y en cada país que visitara, llevaría un pedacito de México en su corazón.
Y así, Pablito aprendió la valiosa lección de que la música puede unir a las personas, y que la amistad no tiene fronteras.
"¡Viva México!" - gritó Pablito al final del concierto, levantando sus manos al cielo.
"¡Viva!" - respondieron todos con alegría y orgullo, creando una melodía de risas y abrazos que resonaría por siempre en sus corazones.
FIN.