El Viaje Musical de Tomás y Sofía



En un pequeño pueblo de Argentina, Tomás y Sofía eran dos amigos inseparables que compartían un gran amor por la música y el baile. Un día, mientras exploraban el viejo cobertizo de la escuela, se toparon con un objeto extraño: una máquina del tiempo polvorienta, cubierta de telarañas.

"¿Qué es eso?" - le preguntó Sofía, con curiosidad brillando en sus ojos.

"No lo sé, pero parece que es de otra época. ¿Te imaginas si funciona?" - respondió Tomás, ya emocionado.

Decidieron limpiarla y, tras muchos intentos, lograron hacerla funcionar. En un instante, se encontraron rodeados de luces brillantes y un zumbido ensordecedor. Cuando todo se calmó, se dieron cuenta de que estaban en su propia escuela, pero era el año 1990.

"¡Miralo, Sofía! ¡Es el festival de la escuela!" - exclamó Tomás, señalando a los niños que bailaban en el patio.

"¡Sí, y escuchá esa canción!" - respondió Sofía, comenzando a moverse al ritmo de la alegre melodía que sonaba.

Ambos niños se llenaron de alegría al ver cómo sus padres y profesores bailaban. Pronto se unieron a la fiesta, aprendiendo los pasos de cada baile que veían. A medida que daban vueltas, vieron a su maestra del primer grado, la señora Elena, muy entretenida con la coreografía.

"¡Mirá, Sofía! ¡Es la señora Elena!" - señaló Tomás. "¡Vamos a saludarla!"

Corrieron hacia ella, y la señora Elena, al reconocer a sus antiguos alumnos, les sonrió y los invitó a bailar. Pronto, los tres estaban en la pista, disfrutando del momento.

De repente, la máquina comenzó a sonar y las luces a parpadear. Sin aviso, los niños se encontraron en otro año, esta vez en 1985. Una vez más, vieron a otros estudiantes disfrutando de un festival de la escuela.

"¡Es otra canción, Sofía!" - gritó Tomás, mientras sus pies comenzaban a moverse automáticamente.

"¡Pero escúchala! Es tan diferente. ¡Vamos a aprender este baile también!" - Sofía estaba fascinada y sintió que su cuerpo estaba lleno de energía.

Así fue como viajaron a través de diferentes festivales, desde 1975 hasta 2005. Bailaron al ritmo de rock, pop, folklore y hasta tango. En cada año que visitaban, conocían a niños de todas las épocas, aprendían sobre la música que les gustaba, las modas y cómo cambiaban las maneras de bailar.

Durante su viaje, Sofía notó que cada vez que bailaban, todos los niños, sin importar qué año fuera, se llenaban de felicidad y estaban unidos por la música.

"¡Tomás! ¡Mirá! La música nos hace sentir bien a todos, siempre es un buen momento para compartir!" - exclamó Sofía, mientras giraba alegremente.

"Sí, es verdad. La música es un lenguaje que todos entendemos, y el baile es como hablar con nuestros cuerpos. ¡Qué grande el poder que tiene!" - respondió Tomás, boquiabierto.

Transcurrieron horas en cada época, hasta que, finalmente, sintieron que era hora de regresar a su tiempo. Al regresar, la máquina del tiempo se apagó y quedó en el cobertizo, como si nunca hubiera existido.

"¡Qué increíble aventura!" - dijo Sofía, todavía con una gran sonrisa. "Aprendimos tanto y bailamos con tantos amigos. No puedo creer que hayamos viajado por tanto tiempo."

"Lo mejor es que la música, las canciones y los bailes siempre nos unen, independientemente de cuándo seamos. Cada uno de esos años estuvo lleno de alegría y comunidad, y ahora somos parte de esa historia también."

"¡Sí!" - afirmaron al unísono. "¡Prometamos nunca dejar de bailar!"

Así, Tomás y Sofía aprendieron que la música y el baile son un regalo que conecta a las personas, sin importar la época. Cada vez que escuchan una canción, sienten la energía de aquellos festivales y saben que siempre tienen un ritmo dentro suyo, listo para ser compartido con el mundo.

FIN.

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