El viaje sabio de Mimo



Había una vez un gato llamado Mimo que vivía en un pequeño pueblo rodeado de campos verdes y árboles frondosos.

A diferencia de los demás gatos del lugar, a Mimo no le bastaba con pasar sus días cazando ratones y durmiendo al sol. Él soñaba con ser sabio y productivo, pero sabía que para lograrlo necesitaba aprender a leer.

Un día, mientras paseaba por el mercado del pueblo, Mimo vio a un grupo de niños leyendo cuentos junto a su maestra. Quedó fascinado por las letras y decidió acercarse para preguntarle a la maestra cómo podía aprender a leer también. "¿Maestra, me enseñaría usted a leer? Quiero ser sabio y productivo como ustedes", dijo tímidamente Mimo.

La maestra sonrió sorprendida por la petición del gato pero accedió encantada. Así comenzaron las clases de lectura para Mimo.

Todos los días, después de sus siestas bajo el sol, el gato se reunía con la maestra y los niños para aprender las letras y palabras. Mimo practicaba cada noche leyendo cuentos en voz alta frente al espejo para mejorar su pronunciación.

Los habitantes del pueblo se sorprendían al escuchar al gato hablar tan bien e incluso algunos empezaron a pedirle consejos sabios sobre diferentes temas. Sin embargo, no todo sería fácil en el camino de Mimo hacia la sabiduría. Una noche oscura, mientras estudiaba en la biblioteca del pueblo, escuchó ruidos extraños provenientes del sótano.

Intrigado, decidió investigar y descubrió que un grupo de ratones traviesos estaba robandole libros a los humanos. "¡Deténganse! ¡No pueden llevarse esos libros! Son muy importantes para nuestro aprendizaje!", exclamó valientemente Mimo.

Los ratones se detuvieron sorprendidos al escuchar hablar al gato con tanta determinación. Uno de ellos explicó que querían aprender también pero no tenían acceso a clases como él.

Conmovido por la situación, Mimo propuso un trato: les enseñaría a leer si prometían dejar de robar libros. Los ratones aceptaron emocionados y así comenzaron las clases nocturnas en la biblioteca. Mimo compartió su conocimiento con ellos enseñándoles las letras y palabras poco a poco.

Pronto, los ratones pudieron disfrutar también de la magia de los libros y juntos formaron un club de lectura donde intercambiaban ideas e historias.

Con el tiempo, Mimo se convirtió en el gato más sabio y respetado del pueblo gracias a su dedicación por aprender y enseñar a otros. Ya no solo era famoso por sus habilidades cazadoras sino también por su gran corazón dispuesto siempre a ayudar a quienes lo necesitaran.

Y así fue como Mimo demostró que nunca es tarde ni imposible perseguir nuestros sueños aunque parezcan inalcanzables al principio; solo hace falta determinación, esfuerzo y mucha pasión por lo que uno desea alcanzar.

FIN.

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