El Viaje Soñado



Había una vez una joven llamada Emily que vivía en un pequeño pueblo. Trabajaba en una panadería y soñaba con viajar por el mundo. Siempre contaba historias sobre los lugares que quería conocer, y su mejor amiga Johana la escuchaba con entusiasmo.

Un día, mientras revisaba el correo, Emily encontró una carta misteriosa. Sin saber de dónde provenía, la abrió con curiosidad.

"¡Johana! ¡Mirá esto!", exclamó Emily, con los ojos desbordantes de emoción.

"¿Qué sucede, Emy?", preguntó Johana, acercándose rápidamente.

"¡He ganado un viaje a Seúl, Corea del Sur! Y puedo llevarte conmigo. ¡Es increíble!".

Johana no pudo contener su alegría.

"¡No puede ser! ¡Es nuestra oportunidad de vivir una aventura!".

Así, comenzaron a hacer planes para el viaje. Investigar sobre Seúl se convirtió en su nueva rutina. Aprendieron sobre la cultura, el idioma, la comida y los lugares que querían visitar.

Cuando finalmente llegó el día del viaje, Emily y Johana estaban listas y emocionadas. Se despidieron de sus familias y se subieron al avión, dos chicas con corazones valientes y sueños grandes.

Una vez en Seúl, las chicas quedaron deslumbradas. Las luces de la ciudad, la comida deliciosa y la amabilidad de la gente las llenaron de energía.

"¡Mirá esa torre! ¡Se parece a lo que vi en fotos!", gritó Johana.

"Vamos a sacarnos una selfie aquí, en la Namsan Tower", dijo Emily, sacando su teléfono con emoción.

Tras un día lleno de risas y descubrimientos, decidieron probar un platillo típico pero desconocido: el kimchi. Al principio dudaron, pero se animaron a probarlo.

"Esto es... ¡diferente!", comentó Johana mientras hacía una mueca.

"Sí, pero es interesante. ¡Y muy picante!", dijo Emily, riendo a carcajadas.

De repente, mientras paseaban por un mercado, se encontraron con un anciano que vendía artesanías tradicionales. Se acercaron a él, llenas de curiosidad.

"¿Qué nos puedes contar sobre tus obras?", preguntó Johana.

El anciano sonrió, mostrando sus dientes arrugados.

"Cada pieza cuenta una historia. La historia de mi pueblo y de mis antepasados. Cuando viajamos, llevamos con nosotros no solo recuerdos, sino también historias que compartir".

Las chicas se sintieron inspiradas por sus palabras y decidieron que, al volver a su pueblo, contarían cada historia de su viaje, cautivando a quienes las escucharan.

Pasaron los días explorando cada rincón de Seúl, pero un día, cuando regresaban a su hotel, se dieron cuenta de que habían perdido el mapa que marcaría su camino de regreso.

"¡Oh no! ¿Y ahora cómo vamos a volver?", se lamentó Emily.

"No te preocupes, podemos preguntar. A veces, las mejores aventuras ocurren cuando nos perdemos", respondió Johana, llena de optimismo.

Y así lo hicieron. Le preguntaron a un grupo de jóvenes locales, que resultaron ser muy amigables. Juntos, formaron un vínculo instantáneo y les mostraron cómo llegar a su hotel usando el transporte público.

"¡Esto es mucho más divertido que seguir un mapa!", exclamó Johana, mientras se acomodaban en el metro.

Al despedirse de sus nuevos amigos, Emily y Johana se sintieron llenas de gratitud. Habían aprendido que la verdadera aventura estaba en las personas y en las historias que se cruzan en el camino.

Finalmente, llegó el momento de regresar a casa. En el avión, mientras miraban por la ventana, hablaban de todas las experiencias vividas.

"Nunca olvidaré esta aventura", dijo Emily con una sonrisa.

"Y nosotros seguiremos contando estas historias. ¡Prometido!", respondió Johana.

Cuando llegaron a su pequeño pueblo, decidieron hacer una presentación para sus amigos y vecinos. Quisieron compartir todo lo que aprendieron y la belleza de Seúl.

"Recuerden, amigos, cada viaje está lleno de historias que contar, pero sobre todo, de personas que se cruzan en nuestro camino. ¡Nunca dejen de explorar y aprender!", concluyó Emily.

Y así, Emily y Johana se convirtieron en las mejores narradoras de su pueblo, inspirando a otros a seguir sus sueños y a valorar las conexiones humanas que se forman en el camino. El viaje soñado se convirtió no solo en un recuerdo, sino en una lección de vida que atesorarían para siempre.

FIN.

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