El Viaje Soñado de Sofía
Había una vez en Victoria, Colombia, una niña llamada Sofía. Sofía soñaba con un futuro brillante lleno de aventuras y oportunidades. Todos los días, se sentaba en el porche de su casa a mirar el cielo estrellado y se preguntaba qué habría del otro lado del océano.
Un día, mientras jugaba con su amigo Lucas, le dijo:
"Lucas, ¿te imaginas poder ver Nueva York? Las luces, los rascacielos, ¡sería increíble!"
Lucas sonrió.
"Sí, Sofía, pero es un lugar muy lejos. A veces pienso que hay que ser muy valiente para irse de aquí."
Sofía, curiosa y soñadora, empezó a investigar sobre los viajes y nuevas tierras. A medida que pasaban los días, el sueño de viajar a Estados Unidos se volvía más fuerte.
Un día, escucharon rumores sobre un grupo de personas que planeaban hacer un viaje peligroso para llegar a Estados Unidos. Aunque Lucas estaba preocupado, Sofía sintió que debía hacerlo para buscar un futuro mejor.
"Lucas, podría ser nuestra oportunidad. ¡Imagina las cosas que podríamos hacer!"
Lucas frunció el ceño.
"Sofía, no es seguro. Hay muchas cosas que pueden salir mal..."
Sofía, llena de entusiasmo, decidió que haría el viaje. Le costó convencer a su amigo, pero al final, después de mucha charla, Lucas accedió a acompañarla.
Prepararon sus mochilas y una noche, mientras las estrellas brillaban en el cielo, se despidieron de sus familias, prometiendo regresar con historias increíbles.
El viaje fue difícil. Pasaron por montañas, ríos y un bosque espeso. Un día, en medio del camino, se encontraron con un anciano que les dijo:
"¿Qué hacen aquí, jóvenes? Este no es un lugar para jugar. ¡Regresen a casa!"
Sofía, valiente, respondió:
"Estamos buscando un futuro mejor. ¡ queremos conocer Nueva York!"
El anciano, con una mirada preocupada, les dijo:
"Las cosas no son como parecen. Lo que brilla no siempre es oro. ¿Están dispuestos a enfrentar lo desconocido?"
Sofía y Lucas, aún decididos, continuaron su camino. Sin embargo, una noche, se perdieron en el bosque. Llorando, Sofía se sentó bajo un árbol y se sintió pequeña y asustada.
"Lucas, ¿y si no encontramos el camino? Lo he arruinado todo..."
Lucas, intentando alentarla, respondió:
"No, Sofía, ¡no te rindas! Siempre hay una luz en la oscuridad. Recordá por qué estamos aquí. Se trata de buscar nuestros sueños."
Mientras hablaban, una hermosa luciérnaga apareció y empezó a brillar en la oscuridad. Sofía la miró y, con un brillo en sus ojos, dijo:
"Mirá, Lucas, ¡es nuestra señal! Sigamos a la luciérnaga. Ella nos guiará."
Siguieron a la luciérnaga que iluminaba el camino y, al amanecer, llegaron a un pequeño pueblo. Allí conocieron a un amable señor llamado Don Miguel, quien les ofreció comida y un lugar donde descansar.
"¿De dónde vienen, pequeños?"
Sofía, emocionada, le contó su historia y su deseo de llegar a Nueva York.
"Los sueños son importantes, pero hay que hacerse preguntas antes de tomar decisiones. ¿Qué han aprendido en el camino?"
Sofía y Lucas reflexionaron y respondieron:
"Que la vida siempre tiene giros inesperados. Aprendimos que los verdaderos sueños se construyen con esfuerzo y sabiduría."
Don Miguel sonrió y les dijo:
"Entonces, sigan su camino, pero recuerden que no todo lo que brilla es oro. El verdadero oro está en las experiencias y aprendizajes."
Finalmente, Sofía y Lucas decidieron no seguir el camino de la inmigración ilegal. Regresaron a casa, entendiendo que había muchas maneras de alcanzar sus sueños.
En Victoria, hicieron un pacto: trabajarían en sus estudios y ayudarían a su comunidad. Con el tiempo, la historia de su viaje inspiró a otros niños a perseguir sus sueños de forma segura y responsable.
Así, Sofía y Lucas aprendieron que los sueños se pueden alcanzar sin sacrificar la seguridad ni el bienestar y que a menudo el verdadero viaje comienza en el corazón. Y así, cada noche, seguían mirando el cielo estrellado, pero ahora con la certeza de que su futuro estaba en sus manos, poco a poco construyéndolo con amor y esfuerzo.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.