El Viaje Sorpresa de Gato
Había una vez un gato llamado Gato, que vivía en una pequeña casa en un barrio muy tranquilo de Buenos Aires. Gato era un felino curioso y aventurero. Pasaba sus días mirando por la ventana, soñando con explorar el mundo más allá de su hogar.
Un día, mientras Gato estaba en su lugar favorito, en el sillón de la esquina, escuchó un gran bullicio en la calle. Decidió asomarse y vio que un grupo de niños estaba jugando con una enorme caja de cartón. Intrigado, Gato bajó y se acercó.
"¡Miren, un gatito!" - exclamó una de las niñas.
Gato, al darse cuenta de que había captado la atención de los niños, hizo un pequeño estiramiento y se acercó.
"¿Qué están haciendo con esa caja?" - preguntó Gato, acomodándose entre los niños.
"Es un cohete espacial, ¡vamos a viajar a otro mundo!" - dijo Tomás, el más entusiasta del grupo.
"¿Otro mundo? Suena increíble. ¿Puedo ir con ustedes?" - preguntó Gato emocionado.
Los niños rieron y asintieron con la cabeza.
"Por supuesto, ¡solo hay que subir a la nave!" - dijo Sofía mientras les decía a todos que hicieran fila.
Gato saltó dentro de la caja, y los niños empezaron a contar en voz alta: "Tres, dos, uno... ¡Despegue!"
Y así, en su imaginación, empezaron su viaje. De repente, empezaron a ver paisajes maravillosos. Primero, atravesaron un campo lleno de flores que brillaban como estrellas.
"Mirá, Gato, ¡está lloviendo arcoíris!" - gritó Tomás.
Gato no podía creer lo que veía. Nunca había visto algo tan hermoso. Siguieron jugando y viajando por mundos fantásticos. Pasaron por islas de galletas, montañas de helado y ríos de chocolate.
"¡Esto es mejor que cualquier sueño!" - dijo Gato mientras se relamía la boca, pensando en todas esas delicias.
Sin embargo, de repente, todo comenzó a cambiar. Una gran nube oscura apareció de la nada y los envolvió por completo.
"¿Qué pasa?" - preguntó Sofía asustada.
"No sé, pero no me gusta esto" - dijo Gato, sintiendo un escalofrío.
La nube los sacudió y en un parpadeo, la caja se desarmó. Se dieron cuenta de que estaban nuevamente en el parque, pero era un lugar que nunca habían visto antes. Había árboles enormes, flores que nunca habían olfateado, y un cielo amarillo que parecía un bello atardecer.
"¿Dónde estamos?" - preguntó Tomás, mirando a su alrededor con curiosidad.
"Creo que hemos llegado a un mundo nuevo, ¡tendremos que explorarlo!" - dijo Gato, decidido a no dejarse llevar por el miedo.
Los niños comenzaron a explorar, descubriendo criaturas extrañas pero amigables. Vieron pájaros que hablaban y ranas que cantaban melodías mágicas. Gato se convirtió en su guía, mostrando valentía y curiosidad mientras animaba a los niños a hacer nuevas amistades.
"¡Vengan, hay algo por allá!" - gritó Gato, y los niños lo siguieron, llenos de alegría.
Mientras exploraban, se dieron cuenta de que la nube oscura era simplemente una parte normal de la aventura. Era un reto que les enseñó a ser valientes y a no temer a lo desconocido.
Finalmente, después de horas de exploración y jugando, llegó el momento de volver a casa. Gato miró a sus nuevos amigos y dijo:
"Hoy aprendí que siempre hay algo nuevo que descubrir, y que la amistad hace que todo sea más emocionante."
Cuando los niños volvieron a la caja de cartón, ya no tenían miedo. Sabían que podrían crear más mundos desde su imaginación, y lo más importante, siempre se podrían encontrar para nuevas aventuras.
"¿Listos para otros viajes, amigos?" - preguntó Gato.
"¡Sí, siempre listos!" - gritaron todos al unísono.
Y así, Gato y los niños se convirtieron en los mejores amigos, y cada vez que jugaban, la imaginación los llevaba a lugares maravillosos. El gato jamás se sintió más feliz que cuando aventuraba juntos a explorar el mundo y disfrutar de la amistad.
Fin.
FIN.