El Viajero de las Historias
Era una tarde tranquila en la escuela primaria Los Exploradores, ubicada en el pintoresco barrio de Barracas. Los alumnos preferían pasar su tiempo en el patio, riendo y jugando, pero no todos estaban tan alegres. En la sala del director, algo extraño estaba por ocurrir.
- ¿Qué estará tramando el director esta vez? - murmulló Sofía, muy curiosa.
- No lo sé, pero se lo ve raro - respondió Lucas, encogiéndose de hombros.
Los amigos, Sofía, Lucas y Tomás, decidieron asomarse a la puerta del despacho del director. Desde un rincón, miraban con intriga. El director Víctor era un hombre peculiar con una mirada profunda y un aire de misterio que siempre los había intrigado. Sin embargo, hoy algo en su actitud les daba escalofríos.
- ¿Te imaginas que esté haciendo un experimento loco? - dijo Sofía con un tono intrigante.
- ¿Como lo de las ranas que vuelan? - se rió Tomás.
- Ufff, eso fue espantoso - agregó Lucas, sacudiendo la cabeza.
De repente, el director levantó las manos y comenzó a murmurar palabras en un idioma que jamás habían escuchado. Los amigos se miraron entre sí, con una mezcla de miedo y emoción.
-Nah, eso no es normal - exclamó Lucas, y juntos decidieron entrar a la oficina.
Al traspasar la puerta, una atmósfera mágica los envolvió. Entonces, el director se dio vuelta y les sonrió.
- ¡Hola, chicos! Bienvenidos a mi mundo - dijo con un tono cálido, como si los conociera desde siempre.
- ¿Qué mundo? - preguntó Sofía, con los ojos bien abiertos.
- Este es el lugar donde las historias cobran vida. Estoy a punto de realizar un viaje a través de ellas, y ustedes están invitados.
Los amigos no podían creer lo que estaban oyendo.
- ¿De verdad? ¡Eso suena increíble! - exclamó Tomás.
- Pero, ¿qué pasa si no regresamos? - se inquietó Lucas.
El director se sentó en su silla y les explicó:
- No se preocupen. Este es un viaje seguro, siempre y cuando mantengan la curiosidad y el espíritu aventurero.
Sin pensarlo dos veces, los amigos decidieron subirse a la aventura. De inmediato, el director comenzó a murmurar de nuevo, esta vez con más entusiasmo.
Todo dio un giro de 180 grados, y se encontraron en un bosque encantado. Los árboles eran más altos que cualquier cosa que hubieran visto, y las flores brillaban con colores vivos.
- ¡Increíble! - gritó Sofía, mirando a su alrededor.
Cuando comenzaron a explorar, se encontraron con un pequeño dragón atrapado en un arbusto.
- ¡Ayuda! - chillaba el dragón, que parecía un poco asustado.
- ¿Qué le pasó? - preguntó Tomás, preocupado.
- Me enredé mientras intentaba recoger mis piedras mágicas - explicó el dragón.
- No te preocupes, te ayudaremos - dijo Lucas decidido.
Juntos, movieron las ramas y lograron liberar al dragón.
- ¡Gracias, amigos! - dijo el dragón con gratitud. - Soy Drako, y si alguna vez necesitan ayuda, ¡solo deben llamarme!
Emocionados, los amigos continuaron su aventura. En su camino, también ayudaron a un grupo de hadas a encontrar su hogar perdido y reponían hojas en un árbol milenario que había perdido su brillo.
Cada acción que realizaban les enseñaba el valor de la amistad, la colaboración y la valentía.
Finalmente, después de vivir un sinfín de aventuras, donde se enfrentaron a diversos desafíos y rescataron a criaturas en apuros, regresaron al despacho del director.
- ¡Fue mágico! - exclamó Sofía, aún con los ojos brillantes.
- No puedo creer que ayudamos a tantas criaturas - añadió Tomás.
- ¡Y a un dragón! - dijo Lucas sonriendo, y todos rieron a coro.
El director los miró orgulloso.
- Pero, lo más importante es que aprendieron el valor de la amistad y la generosidad. Cada historia tiene lecciones, y ustedes han hecho un gran trabajo hoy.
Los amigos, llenos de alegría, regresaron a su salón de clases, con una nueva visión sobre el poder de ayudar a los otros y cómo juntos podían afrontar cualquier desafío que la vida les presentara.
Desde aquel día, siempre recordaron que el mundo estaba lleno de historias esperando ser contadas, y que el verdadero viaje no era solo un asunto de magia, sino también de los lazos que forjan.
Y así, juntos, siguieron explorando, sabiendo que cada pequeño acto de bondad podría llevarlos a vivir nuevas y emocionantes aventuras.
- ¡Hasta la próxima aventura! - dijeron al unísono, llenos de ilusión por lo que vendría.
Y así concluyó el día, pero la historia apenas comenzaba.
FIN.