El viajero del tiempo
Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Tiempo, donde todos los habitantes vivían felices y despreocupados. Sin embargo, algo extraño sucedía en ese lugar: el tiempo no pasaba, eran las personas quienes pasaban por el tiempo.
En Villa Tiempo, los días se convertían en semanas y las semanas en meses sin que nada cambiara. Los niños nunca crecían, los árboles no perdían sus hojas y los abuelos seguían siendo jóvenes de espíritu.
Aunque al principio esto parecía maravilloso para todos, pronto comenzaron a darse cuenta de que algo faltaba. Un día llegó al pueblo un viajero misterioso llamado Don Reloj.
Vestido con un traje antiguo y llevando consigo un viejo reloj de bolsillo, despertó la curiosidad de todos. Los habitantes del pueblo se reunieron en la plaza central para escuchar lo que tenía que decir. Don Reloj sostuvo el reloj frente a ellos y explicó: "En este reloj está encerrada la esencia del tiempo.
Es gracias a él que podemos disfrutar cada momento y ver cómo todo cambia a nuestro alrededor". Todos quedaron asombrados ante estas palabras.
Los niños fueron los primeros en acercarse a Don Reloj para preguntarle más sobre el tiempo. "-¿Por qué no crecemos? ¿Por qué siempre es igual?", preguntaron ansiosos. El viajero sonrió y respondió: "El tiempo nos da la oportunidad de crecer, aprender cosas nuevas y descubrir quiénes somos realmente".
Los adultos también se acercaron intrigados por las palabras del visitante. "-¿Por qué no hay cambios en nuestras vidas? ¿Por qué todo sigue igual?", preguntaron con curiosidad.
Don Reloj les explicó: "El tiempo nos da la oportunidad de superar obstáculos, enfrentar desafíos y encontrar nuevas formas de ser felices". Los habitantes de Villa Tiempo comenzaron a comprender que aunque el tiempo no pasara, ellos podían pasar por él.
Decidieron abrir sus mentes y corazones a las experiencias que les brindaba cada día. Los niños empezaron a aprender cosas nuevas, los adultos se propusieron metas y todos juntos descubrieron la magia del cambio. Con el paso del tiempo, Villa Tiempo se transformó en un lugar lleno de vida y movimiento.
Los árboles crecieron, los niños se convirtieron en adultos y los abuelos transmitieron su sabiduría a las generaciones más jóvenes. Don Reloj decidió quedarse en el pueblo para recordarles a todos la importancia del tiempo.
Cada año, celebraban una gran fiesta donde honraban el paso del tiempo y agradecían por todas las bendiciones que este les había traído.
Y así fue como Villa Tiempo dejó de ser un lugar estático para convertirse en un rincón vibrante y lleno de historias por contar. Los habitantes aprendieron que aunque el tiempo no pase, son ellos quienes pueden hacerlo significativo y especial.
Desde entonces, cada vez que alguien visita Villa Tiempo puede sentir esa energía única que solo existe cuando uno pasa por el tiempo en lugar de esperarlo pasar. Y tú, querido lector, ¿qué harás con tu propio viaje por el tiempo?
FIN.