El Viajero Inquieto y el Cinturón Mágico



Era un soleado día de primavera y Joaquín, un niño de siete años, estaba por salir de paseo en el auto de su papá. Era un niño muy inquieto y siempre tenía ganas de explorar. Cuando su papá le dijo que se preparara para el viaje, Joaquín saltó de alegría, pero había algo que no le gustaba.

-Papá, ¿puedo ir sin el cinturón de seguridad? -preguntó Joaquín, moviendo su pequeño cuerpo de un lado al otro en su silla.

-No, Joaquín -dijo su papá con firmeza-. El cinturón es muy importante para tu seguridad. Tendrás que ponértelo.

Joaquín hizo pucheros. No le gustaba estar atado mientras viajaba. Él quería moverse, ver afuera y disfrutar del aire fresco.

-¡Es muy incómodo! -protestó.

-Entiendo, pero piensa que es como un abrazo que te protege.

Joaquín no estaba convencido, pero finalmente, después de una larga discusión, se puso el cinturón de seguridad. Justo en ese momento, algo mágico sucedió. Una luz brillante apareció en el auto y, de repente, Joaquín se encontró ante un paisaje increíble.

-¡Guau! -exclamó mientras contemplaba un bosque lleno de colores vibrantes y árboles que parecían hablar.

-¡Bienvenido al mundo del Viajero Inquieto! -dijo un pequeño hada que volaba a su alrededor.

-¿Yo? -preguntó Joaquín, aún sorprendido por lo que veía.

-Sí, ¡tú! Tu cinturón de seguridad te ha llevado a este lugar mágico. Aquí, cada vez que te mueves bruscamente sin razón, algo divertido sucede.

Joaquín no podía creer lo que oía. Más arriba, vio a dinosaurios saltando de un lado a otro y a unos pájaros enormes que hacían acrobacias en el aire.

-Soy el Hada de la Seguridad -dijo el hada-. Aquí tus movimientos tienen consecuencias, así que hay que tener cuidado para que todo siga siendo divertido.

Joaquín, emocionado, comenzó a saltar y a moverse. Pero, de repente, un dinosaurio con alas se acercó volando y, al chocar contra él porque se movió demasiado rápido, todo se llenó de nubes.

-¡Oh no! -gritó Joaquín mientras era envuelto en el algodón de las nubes.

-Recuerda, Joaquín -dijo el hada mientras lo ayudaba a salir entre risas-, tus movimientos deben ser con cuidado y responsable. El cinturón no sólo te protege, también ayuda a que estas aventuras sean seguras y divertidas.

Joaquín asintió, comprendiendo que su inquietud era válida, pero la seguridad también lo era.

-¡Voy a usar el cinturón siempre! -aseguró, ahora con una gran sonrisa.

Al instante, el paisaje cambió, y Joaquín se encontró de vuelta en el auto de su papá. Miró por la ventana y vio el mismo cielo azul, pero ahora estaba listo para disfrutar del viaje de una manera diferente.

-¿Todo bien, Joaquín? -preguntó su papá mirando intrigado.

-Sí, papá. ¡Me siento protegido con el cinturón, y estoy listo para seguir viajando! -respondió con alegría.

-¡Genial! -dijo su papá mientras arrancaba el auto y se dirigían a la aventura.

Desde ese día, Joaquín nunca más se movió peligrosamente dentro del auto y siempre se abrochaba el cinturón de seguridad. Aprendió que ser un viajero inquieto no significaba estar desprotegido, sino disfrutar de las aventuras con responsabilidad.

Así, cada paseo en auto se convirtió en una nueva historia, y él, el valiente viajero, siempre listo para descubrir el mundo, pero esta vez con el cinturón de seguridad como su mejor compañero.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!