El viento bailarín y el camino de la imaginación
En un pequeño pueblo, rodeado de montañas y ríos, vivía una niña llamada Lía. Su risa era tan contagiosa como el murmullo del viento, y su imaginación volaba tan alto como las aves del cielo. Un día, mientras caminaba por el bosque, sintió una suave brisa que acariciaba su rostro.
- ¡Hola, pequeño viento! - gritó Lía. - ¿Qué te trae por aquí?
El viento, alegre y juguetón, respondió:
- ¡Hola, Lía! Vengo a buscar compañía para bailar. He estado sintiéndome un poco solo y me encantaría hacer un baile con alguien que tenga buena imaginación.
Intrigada, Lía sonrió.
- ¡Me encantaría bailar contigo! ¿Pero cómo lo haremos?
El viento, emocionado, dijo:
- Solo necesitamos encontrar un lugar mágico, donde la libertad, la tranquilidad y la creatividad se unan. Ven, sígueme.
Con el corazón palpitante, Lía siguió al viento a través del bosque. Pasaron por un campo lleno de flores que bailaban al ritmo de la brisa y llegaron a un claro donde los árboles se movían suavemente, como si también quisieran participar del baile.
- Aquí está bien - dijo el viento. - Vamos a crear un baile que cuente nuestra historia.
Lía cerró los ojos, sintió el viento envolviéndola y dejó que su imaginación la guiara. De repente, los árboles comenzaron a susurrar, las flores se unieron y el cielo cambió de colores. Cada paso de Lía se convirtió en un paso de baile, cada giro, un nuevo giro en su historia.
- ¡Esto es increíble! - exclamó Lía mientras giraba. - ¡El viento me ayuda a imaginar un mundo de alegría!
El viento, lleno de alegría, dijo:
- ¡Sí! Pero ahora, vamos a añadir un giro. ¿Qué pasaría si unimos a otros?
Así, Lía y el viento comenzaron a llamar a los animales del bosque. Pronto, pájaros, ciervos, mariposas y hasta un pequeño conejo se unieron a ellos, creando la danza más maravillosa que el pueblo había visto.
- ¡Mirá eso! - dijo Lía señalando a un grupo de mariposas que estaban danzando en círculos. - ¡Son como una lluvia de colores!
- Así es - respondió el viento. - Cada uno de ellos tiene su propio ritmo y estilo. La belleza de nuestro baile es que todos somos diferentes, pero juntos creamos algo mágico.
El baile continuó durante horas, y el pueblo, curioso, se acercó a ver lo que estaba sucediendo. Todos quedaron maravillados al ver cómo la libertad y la imaginación de Lía se unían con el viento y los animales para crear una experiencia inolvidable.
De repente, el cielo comenzó a oscurecerse y las nubes se formaron.
- El tiempo se está poniendo feo - observó Lía, un poco preocupada. - No quiero que nuestro baile termine.
- No te preocupes, Lía - tranquilizó el viento. - Aunque el clima cambie, la magia que hemos creado seguirá en nuestros corazones. La verdadera libertad y tranquilidad están en nuestra imaginación.
Lía sonrió, sintiendo la verdad en esas palabras. El viento levantó su voz:
- ¡Sigamos bailando hasta que caiga la última gota de lluvia!
Y así, bajo las primeras gotas de agua, Lía, el viento y sus nuevos amigos continuaron danzando, riendo y disfrutando de cada momento.
Cuando finalmente la tormenta terminó, un hermoso arcoíris se asomó en el horizonte. Lía miró hacia arriba con asombro.
- ¡Mirá! ¡El arcoíris! - gritó. - Es como una promesa después de la lluvia.
- Exactamente - respondió el viento. - Así como el baile que creamos, puede que no lo veas siempre, pero cada vez que recuerdes este día, la historia volverá a florecer en tu imaginación.
Lía asintió, sintiéndose agradecida por la experiencia que había vivido.
- Prometo que nunca dejaré que la magia de este día se apague. ¡Bailaré siempre que sienta el viento!
Y desde aquel día, Lía se convirtió en la niña más valiente y creativa del pueblo, siempre dispuesta a compartir la libertad y la tranquilidad que había aprendido a encontrar en su imaginación.
Cada vez que la brisa soplaba a través del bosque, Lía sabía que el viento bailarín estaba a su lado, listo para crear nuevos bailes y aventuras.
Y así, la historia de Lía y el viento perduró en el corazón de todos los habitantes del pueblo, recordándoles que la verdadera magia se encuentra cuando dejamos volar nuestra imaginación, y que siempre, siempre habrá un poco de viento para guiarnos en el camino.
Fin.
FIN.