El viento juguetón del otoño
En un bosque encantado, cuando el otoño comenzaba a pintar las hojas de los árboles con colores brillantes, aparecía un viento travieso y juguetón. Este viento, conocido como Mateo, amaba hacer cosquillas a los árboles con sus suaves y caprichosas caricias.
Los árboles, al sentir las cosquillas, no podían contener la risa y comenzaban a soltar sus hojas, que danzaban alegremente en el aire mientras el viento seguía soplando con alegría. Mateo era muy querido por todos en el bosque, y cada otoño esperaban ansiosos su llegada.
Un día, mientras Mateo hacía de las suyas, conoció a Martina, una ardilla curiosa que vivía en el bosque. Martina le preguntó a Mateo por qué les hacía cosquillas a los árboles, y él le contestó entre risas: -¡Porque me encanta ver cómo se divierten y bailan sus hojas!
Martina, emocionada por la idea, propuso organizar un gran baile de otoño para celebrar la llegada del viento juguetón. Todos los animales del bosque se unieron a la celebración, junto con los árboles que ya habían soltado sus hojas. El viento Mateo soplaba con fuerza, llevando las hojas por el cielo, mientras los animales reían y bailaban al compás de la música del viento.
Al final de la fiesta, Mateo se detuvo y, con un susurro suave, le dijo a Martina: -Gracias por la maravillosa idea del baile. Nunca me divertí tanto.
Al ver la alegría de todos, Martina comprendió lo importante que era encontrar la diversión en las pequeñas cosas, y aprendió que la alegría compartida podía crear momentos mágicos. La fiesta de otoño se convirtió en una tradición anual, y cada año, Mateo soplaba con más entusiasmo, haciendo que los árboles rieran y las hojas bailaran. Y así, el viento juguetón del otoño continuó trayendo alegría al bosque para siempre.
FIN.