El viento mágico de Lucas


Había una vez un niño llamado Lucas que vivía en un pequeño pueblo rodeado de hermosos campos verdes y altas montañas. Lucas era un niño alegre y curioso, siempre buscando aventuras y nuevas experiencias.

Un día, mientras jugaba cerca del río, Lucas escuchó un ruido extraño proveniente de unos arbustos cercanos. Intrigado, se acercó lentamente para investigar. Cuando llegó, vio a un pequeño pajarito atrapado entre las ramas. - ¡Oh no! -exclamó Lucas preocupado-.

¿Cómo puedo ayudarte? El pajarito estaba asustado y no podía volar. Pero entonces, algo increíble sucedió: una brisa suave comenzó a soplar y el viento levantó al pajarito hasta colocarlo nuevamente en el cielo azul.

Lucas estaba maravillado por lo que acababa de presenciar. - ¡Wow! -dijo emocionado-. El viento es muy poderoso. Me pregunto quién lo controla. Justo en ese momento, apareció un viejito con barba blanca y ojos brillantes. Era Don Pedro, el sabio del pueblo.

- Hola, Lucas -saludó Don Pedro con una sonrisa-. Veo que has presenciado la fuerza del viento hoy. - Sí, Don Pedro -respondió Lucas entusiasmado-. Fue increíble ver cómo pudo salvar al pajarito atrapado en los arbustos.

Don Pedro asintió con la cabeza y le dijo:- El viento es solo uno de los muchos regalos que Dios nos ha dado para protegernos y cuidarnos. Él es nuestro protector cuando tenemos angustia, miedo y dudas.

Lucas quedó pensativo por un momento. Quería entender más sobre cómo Dios podía protegerlo en momentos difíciles. - ¿Pero cómo puedo saber que Dios está conmigo? -preguntó Lucas con curiosidad. Don Pedro sonrió y le respondió:- Mira a tu alrededor, Lucas.

Observa la belleza de la naturaleza que te rodea, el amor de tus seres queridos y las pequeñas bendiciones que recibes todos los días. Esas son señales de que Dios está contigo, brindándote su protección y amor incondicional.

Lucas reflexionó sobre las palabras del sabio mientras caminaba de regreso a casa.

Durante ese camino, comenzó a notar cosas maravillosas: una flor hermosa en el jardín de su vecino, un arcoíris después de una lluvia intensa e incluso una sonrisa amable de un extraño en la calle. Cada vez que Lucas experimentaba algo hermoso o se sentía protegido, recordaba lo que Don Pedro le había dicho: "Dios es mi protector cuando tengo angustia, miedo y dudas".

Con el tiempo, Lucas aprendió a confiar plenamente en la guía divina de Dios y encontró consuelo en momentos difíciles. Ya no tenía miedo ni dudas porque sabía que siempre tendría a Dios como su protector.

Y así fue como Lucas descubrió el poder del amor divino en su vida cotidiana. Desde ese día en adelante, vivió felizmente sabiendo que nunca estaría solo y siempre tendría a Dios como su fiel protector.

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