El vínculo de hierro


Había una vez en la Universidad de Buenos Aires dos amigos muy especiales, Martín y Lucas. Ambos estudiaban ingeniería y compartían varias materias juntos, pero nunca habían cruzado más que un —"hola"  en los pasillos.

Un día, Martín decidió cambiar su rutina sedentaria y anunció en clase que iba a empezar a hacer ejercicio todas las mañanas antes de las clases. Lucas escuchó atentamente y sintió que era el momento perfecto para animarse a hacer algo diferente también.

Al día siguiente, mientras Martín se preparaba para correr por la universidad, recibió un mensaje en su celular. Era Lucas: "¿Puedo acompañarte a hacer ejercicio?".

Martín sonrió al ver el mensaje y respondió rápidamente: "¡Claro! Nos vemos en la entrada en 10 minutos". Desde ese día, Martín y Lucas se convirtieron en compañeros de entrenamiento. Corrían juntos todas las mañanas, motivándose mutuamente a dar lo mejor de sí.

Descubrieron que tenían muchas cosas en común más allá de la ingeniería: les gustaba el fútbol, la música rock y pasar tiempo al aire libre. "¡Vamos, Lucas! ¡Solo nos faltan dos vueltas más al circuito!", exclamaba Martín mientras corrían por el campus.

"¡Sí! ¡Estoy disfrutando mucho esta nueva rutina contigo, Martín!", respondía Lucas con una sonrisa. Con el paso de los días, esa conexión especial entre Martín y Lucas fue creciendo. Se convertían no solo en compañeros de ejercicio, sino también en grandes amigos.

Compartían sus preocupaciones académicas, sus alegrías y hasta sus planes para el futuro. Una mañana soleada, después de terminar su rutina diaria de ejercicios, se sentaron bajo un árbol cerca del lago del campus.

"Martín, gracias por animarme aquel día a unirme contigo a hacer ejercicio. Nunca hubiera imaginado que encontraría un amigo tan increíble como tú", dijo Lucas emocionado.

"¡Y yo gracias a ti por aceptar venir! Eres un gran compañero y me alegra haber encontrado alguien con quien compartir esta experiencia", respondió Martín con sinceridad. Desde ese día, Martín y Lucas siguieron siendo inseparables.

No solo compartían sus mañanas haciendo ejercicio juntos; también estudiaban juntos para los exámenes finales e incluso planificaban viajes durante las vacaciones. Así demostraron que una simple invitación a hacer ejercicio puede ser el inicio de una hermosa amistad llena de aventuras y aprendizajes compartidos. Y colorín colorado este cuento de amistad ha comenzado.

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