El Voto de Mariana
En la pequeña comunidad de Villa Esperanza, todos estaban emocionados por las elecciones para elegir a su nuevo líder. Las paredes estaban decoradas con carteles de colores y los habitantes discutían acaloradamente sobre quién era el mejor candidato. Mariana, una joven estudiante de secundaria, miraba todo desde la distancia.
"No entiendo por qué tienen tanto entusiasmo", pensaba. "Mi voto no cambiará nada. ¿Por qué gastar mi tiempo en esto?".
Mientras sus amigos hablaban sobre las propuestas de los candidatos, Mariana no podía dejar de sentir que todo lo que pasaba era irrelevante. Así que, cuando llegó el gran día de la votación, decidió no ir.
Al final del día, la comunidad se reunió para anunciar al nuevo líder. Entre risas y aplausos, el encargado del conteo levantó un papel en alto y dijo:
"¡El nuevo líder de Villa Esperanza es Marcos, por un solo voto de diferencia!".
Mariana se quedó paralizada. Su corazón latía con fuerza al escuchar el nombre de Marcos. Apenas podía creerlo. ¿Era posible que un solo voto, su voto, pudiera haber cambiado el resultado?
Poco después del anuncio, entre la multitud, oyó a algunos vecinos comentar:
"No puedo creer que Marcos haya ganado. ¡No era el candidato que queríamos!".
"Sí, ¡una lástima!".
Mariana sintió una punzada de culpa en su interior. Sabía que si hubiera votado, tal vez el resultado hubiera sido diferente. Esa noche, no pudo dormir. Se dio cuenta de que había subestimado la importancia de su voz.
Al día siguiente, salió a pasear para despejar su mente. Caminó hacia el parque y se encontró con una de sus amigas, Ana.
"¿Viste? Ya tenemos nuevo líder y no me gusta nada lo que propone",
- dijo Ana, con los brazos cruzados.
"Sí, lo escuché. Yo... no fui a votar",
- confesó Mariana, sintiéndose pequeña.
"¿Por qué no lo hiciste? Todos necesitamos participar. Cada voto cuenta", explicó Ana, mirando a Mariana a los ojos.
Las palabras de Ana resonaron en la mente de Mariana. Esa tarde, mientras regresaba a casa, decidió que no permitiría que esto sucediera de nuevo. Tenía que aprender sobre su comunidad, sobre lo que cada candidato ofrecía.
Pasaron los días y las semanas. Mariana empezó a involucrarse más: asistió a reuniones comunitarias, habló con sus vecinos y pensó en cómo podría contribuir de manera positiva. Finalmente, llegó el momento de otra elección. Esta vez, Mariana no solo estaba lista para votar; también se ofreció como voluntaria para ayudar en el proceso electoral.
El día de la votación llegó y Mariana se sintió más emocionada que nunca.
"¡Hoy sí que voy a hacer la diferencia!",
- exclamó mientras animaba a otros habitantes a participar.
Cuando se cerraron las urnas y comenzó el conteo de votos, Mariana miraba con expectación. El encargado del conteo tomó un micrófono y, con una gran sonrisa, anunció:
"¡Y el nuevo líder de Villa Esperanza es Sofía, por un amplio margen!".
Mariana saltó de alegría. Esta vez, se había sentido parte de algo más grande. Se dio cuenta de que su voz y su voto realmente importaban.
"Gracias por motivarme y hacerme entender, Ana. Lo hice, ¡realmente lo hice!",
- gritó mientras abrazaba a su amiga.
"Sabía que lo podrías lograr. Todos podemos hacer un cambio si nos involucramos. ¡Así es como funciona la democracia!",
- dijo Ana, emocionada.
Desde ese día, Mariana se convirtió en un ejemplo para otros jóvenes de Villa Esperanza, enseñándoles que cada voz cuenta y que participar es esencial para crear un futuro mejor. Y así, de esta pequeña experiencia, Mariana aprendió que cada voto puede ser la chispa que enciende grandes cambios.
FIN.