El Vuelo de Animale Feliez en Navidad
Era la víspera de Navidad en el Bosque Ambrosía, un lugar mágico donde vivían numerosos animales. Todos se preparaban para la gran fiesta, pero entre ellos había uno muy especial: Animale Feliez, un pequeño pájaro con plumas brillantes y una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor. Sin embargo, Animale no sabía volar.
- ¡Animale! ¿Por qué no te unes a nosotros? - dijo Lince Lucho, su mejor amigo.
- Me encantaría, pero no puedo volar - respondió Animale, con tristeza en sus ojos.
- No te preocupes, amigo. ¡Siempre hay una forma de resolver las cosas! - le dijo Lucho.
La mayoría de los animales habían volado a la montaña más alta para ver la puesta de sol y esperar la llegada de Santa Móvil, un simpático reno que repartía regalos cada año. Animale observó desde su rama, sintiéndose un poco triste pero decidido a no dejar que eso arruinara su Navidad.
Esa noche, mientras los demás animales estaban en la montaña, Animale decidió que no podía rendirse. Si todos estaban disfrutando de la Navidad en el aire, él también quería experimentar esa felicidad.
- ¡Tengo que encontrar una manera de volar! - se dijo a sí mismo, sintiendo un brillo de esperanza.
Animale tuvo una idea. Se acercó a su amiga la ardilla, Titi.
- Titi, necesito tu ayuda. Quiero volar en Navidad, ¿podrías ayudarme a construir algo? -
- ¡Claro! ¿Qué tienes en mente? - respondió Titi con entusiasmo.
Juntos se pusieron a trabajar. Recogieron hojas, palitos y unas cuantas plumas sueltas. Tras un rato de esfuerzo, construyeron un pequeño artefacto en forma de alas. Ya era tarde, pero Animale estaba decidido a despegar.
- Ahora solo falta probarlo. ¿Estás listo? - preguntó Titi.
- ¡Sí! ¡Voy a volar! - gritó Animale emocionado.
Así que subieron a la colina más alta. Animale se colocó la armazón que habían hecho. Miró abajo y vio a todos sus amigos esperando.
- ¡Voy! - gritó, y se lanzó al aire.
Al principio, estaba seguro de que tenía alas, pero rápidamente se dio cuenta de que no estaba volando tan bien como había esperado.
- ¡Faaallllooooo! - gritó, mientras empezaba a caer. Pero en ese momento, algo increíble ocurrió. Los demás animales, al ver que su amigo estaba en problemas, se lanzaron al aire para ayudarlo.
Río el loro, con su picoteo, absorbido por la idea de salvar a Animale. Se acercaron y formaron una especie de malla con sus cuerpos, atrajeron a Animale y lo llevaron suavemente de regreso al suelo.
- ¡Sos un valiente, Animale! - le dijo Lucho mientras lo abrazaban. - La próxima vez, seguro volarás muy alto.
- ¡Gracias, chicos! - dijo Animale emocionado. - aunque no volé como quería, ¡me siento tan feliz de estar con ustedes!
Fue entonces cuando un suave susurro en el aire empezó a llenar el bosque. Todos miraron al cielo y vieron a Santa Móvil bajando lentamente. Traía regalos y caramelos que caían como estrellas.
- ¡Felices fiestas a todos! - exclamó Santa Móvil. - He llegado para compartir la alegría de la Navidad. ¿Hay algún animal que necesite un deseo?
Animale levantó su pequeña ala.
- Yo, ¡quiero poder volar! - pidió con voz temblorosa.
Santa Móvil sonrió, comprendiendo el deseo del pequeño.
- ¡Así sea! - dijo mientras lanzaba un puñado de polvo de estrellas a su alrededor.
De inmediato, los ojos de Animale brillaron. Sintió que una energía cálida le recorría las plumas. Un par de alas de luz se formaron a su alrededor.
- ¡Puedo volar! - gritó, ahora levantándose del suelo.
Con un aleteo, Animale comenzó a dar vueltas y a bailar en el aire, rodeado de sus amigos. El bosque estalló en risas y aplausos.
Esa Navidad se volvió inolvidable. Animale aprendió que, si bien no siempre se puede lograr lo que se desea a la primera, Hay momentos mágicos que ocurren cuando trabajas en equipo y estás dispuesto a intentarlo.
Desde aquel día, Animale Feliez no solo voló, sino que también se convirtió en el símbolo de la amistad en el Bosque Ambrosía. ¡Y así, cada Navidad los animales recordaban que el verdadero regalo es estar juntos y ayudarse entre sí!
FIN.