El Vuelo de Fernando



Había una vez en un pequeño pueblo argentino, un joven llamado Fernando. Desde muy chico, Fernando soñaba con ser un gran jugador de vóley. Cada tarde, después de la escuela, corría al gimnasio a practicar con sus amigos, el balón siempre rebotando alegremente contra el suelo.

Un día, mientras jugaban un amistoso, un entrenador de la selección nacional de vóley llegó a observar el partido.

"¡Wow, qué talento tienen estos chicos!" - dijo el entrenador, sonriendo.

Fernando, emocionado, no pudo evitar mirar al entrenador con esperanza, aferrando el balón con fuerza.

Finalmente, el entrenador se acercó a Fernando y le dijo:

"Me gustaría que te unieras a las pruebas para la selección sub-16. Creo que tienes un gran potencial."

Fernando estaba tan entusiasmado que casi no podía creerlo.

"¡Sí, por favor! ¡Quiero hacerlo!"

Las semanas pasaron y llegó el día de las pruebas. Fernando se sentía nervioso pero decidido. El gimnasio estaba lleno de chicos talentosos, cada uno mostrando sus habilidades. Cuando llegó su turno, Fernando se concentró y dio lo mejor de sí. Salió del gimnasio sintiéndose bien, pero también con un poco de ansiedad.

Poco después, recibió la noticia: ¡había sido seleccionado!"¡Lo logré, lo logré!" - exclamó Fernando.

Pero la alegría duró poco. En su primer entrenamiento con el equipo, sufrió una caída y se torció el tobillo. La tristeza lo invadió al saber que tendría que estar fuera de la cancha durante un tiempo.

"No puede ser, justo ahora que lo había conseguido..." - murmuró, pensativo.

Su entrenador, Miguel, se acercó a él.

"Fernando, esto no es el fin. Cada gran jugador ha enfrentado adversidades. Lo importante es cómo te levantas después de caer. Vamos a trabajar en tu recuperación juntos."

Fernando, aunque desanimado, decidió seguir los consejos de Miguel. Comenzó a hacer ejercicios de rehabilitación y, aunque la espera era frustrante, se llenó de paciencia y determinación. Cada día, aprendía algo nuevo sobre su propio cuerpo y cómo cuidarse.

Después de varios meses, finalmente se sentía listo para volver a la cancha. Durante su ausencia, el equipo había crecido y se había vuelto más fuerte. Fernando, ansioso, se unió a ellos en su primer partido oficial tras la lesión.

El ambiente estaba cargado de emoción.

"Recuerda, Fernando, juega con el corazón. No importa si ganas o pierdes, lo importante es dar lo mejor de vos" - le dijo Miguel antes de que comenzara el juego.

Era un momento tenso, el partido se encontraba igualado y, con sólo segundos en el reloj, Fernando saltó para rematar el balón. La multitud contuvo la respiración.

"¡Es ahora o nunca!" - gritó Fernando en su mente, y con una fuerza que no sabía que tenía, golpeó el balón, enviándolo directamente a la esquina de la cancha contraria.

"¡Gol!" - gritó el árbitro.

La multitud estalló en vítores. Fernando y su equipo se abrazaron, llenos de alegría. Había vuelto y, más importante aún, había aprendido que los obstáculos se superan con esfuerzo y fe en uno mismo.

"Nunca olvides el valor de perseverar, Fernando. Hoy no solo ganaste el partido, sino que también te descubriste a vos mismo" - le dijo Miguel, con orgullo en su voz.

Y así, Fernando siguió jugando, siempre recordando que cada caída lo hacía más fuerte. A través de su historia, el joven aprendió que a veces los sueños pueden parecer lejanos, pero con esfuerzo y la ayuda de quienes nos rodean, siempre hay una oportunidad de alcanzarlos.

FIN.

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