El vuelo de Janfri



Había una vez un jilguero llamado Janfri que había hecho su nido en un hermoso jardín lleno de flores de colores y árboles frondosos, el hogar de doña Esperanza. Janfri era un padre amoroso y había trabajado muy duro para sacar adelante a sus tres jilgueritos: Brisa, Sol y Menta.

Desde el amanecer, el jardín se llenaba con el alegre trino de Janfri, que volaba de un lado a otro, buscando comida para sus pequeños.

"- ¡Vamos, chicos! Es hora de aprender a volar!" decían los jilgueritos emocionados.

"- Pero Papá, ¿y si nos caemos?" preguntó Brisa, con un brillo de duda en su mirada.

"- Volar es lo más hermoso del mundo, y si se caen, siempre podrán levantarse otra vez. ¡Solo tienen que intentarlo!" respondió Janfri con una sonrisa llena de esperanza.

Así fue como, en un hermoso día de primavera, los jilgueritos empezaron a intentar volar. Uno a uno, fueron tomando impulso y lanzándose al aire, aunque todavía con un poco de temor. Pero todo cambió cuando el gato juguetón de doña Esperanza, llamado Gato Loco, apareció de repente.

"- Miau, miau, ¡qué delicia!" dijo Gato Loco, con sus ojos brillando de diversión.

Cuando Janfri vio al gato, su corazón se detuvo.

"- ¡Cuidado, chicos!" gritó, volando rápido hacia sus pequeños. Sin embargo, fue demasiado tarde, Gato Loco atrapó a uno de los jilgueritos, a Sol.

"- ¡Papá! ¡Ayúdame!" chilló Sol, mientras el gato jugueteaba con él.

Janfri no podía permitir que su pequeño sufriera. Con todo su valor, voló directo hacia el gato.

"- ¡Deja a mi hijo en paz!" gritó Janfri, picoteando al gato en la oreja.

Gato Loco se asustó al ver al jilguero tan decidido y, al soltarse, Sol pudo escapar volando hacia el árbol más cercano.

"- ¡Gracias, papá!" dijo Sol, mientras se posaba en la rama.

"- Todos ustedes, ¡vuelen! ¡Ahora!" ordenó Janfri, y los tres jilgueritos, con el corazón latiendo fuerte, tomaron impulso y elevaron sus pequeñas alas.

Gato Loco, confundido, intentó alcanzarlos, pero los jilgueritos volaron con más fuerza y alegría, sintiendo el viento bajo sus alas.

"- ¡Miren, estoy volando, papá! ¡Estoy volando!" gritó Menta, llenando el jardín de risas. Ya no tenían miedo.

Gato Loco, viendo que no podía atraparlos, decidió irse un poco más lejos.

"- Creo que volar es más divertido que jugar con un gato - dijo Brisa emocionada.

Esa tarde, Janfri y sus jilgueritos celebraron su primer vuelo exitoso y aprendieron una valiosa lección: a veces en la vida enfrentamos pruebas y temores, pero con valor y unidad, podemos superarlos. Volar era mucho más que un simple acto; era una forma de libertad, valentía y, sobre todo, familia.

"- Nunca dejen de intentar, chicos, porque volar significa ser libres - les dijo Janfri, orgulloso de sus pequeños.

Y así, cada día, Janfri y sus jilgueritos surcaron el cielo, llenando el jardín de doña Esperanza con sus trinos felices. Y mientras el gato juguetón los miraba desde afuera, decidió que a veces, jugar a ser un gato era más divertido que intentar cazar pajaritos.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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