El vuelo de Julio


Había una vez en un pequeño pueblo de la Argentina, un niño llamado Julio. Desde que era muy chico, Julio soñaba con volar como los pájaros.

Pasaba horas mirando al cielo y deseando poder surcar las nubes con libertad. Un día, mientras caminaba por el campo, Julio encontró un viejo libro en el suelo. Lo abrió y descubrió que se trataba de un antiguo hechizo para darle a alguien la capacidad de volar.

Sin dudarlo, Julio decidió probarlo. Al seguir las instrucciones del libro al pie de la letra, sintió un cosquilleo en todo su cuerpo y, de repente, ¡empezó a levitar! Poco a poco fue elevándose hasta que finalmente estaba flotando en el aire.

¡Julio había logrado su sueño de volar!"¡Miren mamá, estoy volando!", exclamó Julio emocionado. Su madre, sorprendida pero feliz por su hijo, lo animó a disfrutar de su nueva habilidad con responsabilidad.

Julio pasaba sus días recorriendo los cielos del pueblo, saludando a los pájaros y admirando el paisaje desde arriba. Pero pronto se dio cuenta de que ser capaz de volar no solo significaba diversión; también podía ayudar a quienes lo necesitaban.

Un día, mientras sobrevolaba el bosque cercano al pueblo, escuchó llantos desgarradores. Al acercarse vio a una familia de conejos atrapada en medio de un incendio forestal.

Sin dudarlo ni un segundo, Julio se adentró en el humo y comenzó a llevar uno por uno a los conejitos hacia un lugar seguro. "¡Gracias por salvarnos!", dijeron los conejitos entre sollozos una vez estuvieron a salvo.

Julio sonrió satisfecho y les recordó que siempre hay que ayudar al prójimo cuando se tiene la posibilidad.

Los días pasaron y Julio siguió usando su don para hacer el bien en su comunidad: rescatando gatitos perdidos en los árboles altos, llevando medicinas urgentes al médico del pueblo e incluso asustando a los cuervos que atacaban los sembrados.

Pero un día oscuro y tormentoso, mientras intentaba detener una feroz tormenta que amenazaba con arrasar las casas del pueblo con sus fuertes vientos,-Julio luchaba contra las ráfagas tratando de mantenerse firme en el aire cuando una ráfaga especialmente fuerte lo hizo caer abruptamente hacia la tierra. Por más que intentara levantar vuelo nuevamente algo parecía impedírselo. "No puedo fallar ahora", pensó Julio angustiado mientras veía cómo se acercaba peligrosamente al suelo.

Con todas sus fuerzas logró impulsarse hacia arriba justo antes de tocar tierra firme salvándose milagrosamente. "¡Lo logré!", gritó Julio lleno de emoción y gratitud.

Desde ese día aprendió que si bien era importante usar sus habilidades para ayudar a otros también debía cuidarse así mismo para poder seguir haciendo el bien.

Y así fue como Julio se convirtió no solo en "el niño que volaba", sino también en "el héroe del pueblo", enseñándole a todos una valiosa lección sobre solidaridad y auto-cuidado.

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