El vuelo de la amistad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Cacota, vivía un niño llamado Benito. Benito era muy inquieto y aventurero, siempre buscando nuevas formas de divertirse. Sin embargo, había algo que lo preocupaba mucho: su nombre.

Benito no estaba contento con su nombre porque se burlaban de él en la escuela. Todos los niños le decían —"Caca"  y eso lo hacía sentir triste y avergonzado.

Un día, mientras paseaba por el bosque cerca del pueblo, encontró a una mariposa herida. -¡Oh! Pobrecita mariposa, ¿qué te pasó? -preguntó Benito preocupado. La mariposa débilmente respondió: "-Me caí de un árbol y me lastimé una de mis alas".

Benito sintió mucha compasión por la mariposa y decidió ayudarla. La llevó a su casa y cuidó de ella hasta que se recuperara completamente. Unas semanas después, cuando la mariposa ya podía volar nuevamente, le dijo a Benito: "-Quiero darte las gracias por haberme salvado la vida".

Benito sonrió y respondió: "-No hay de qué preocuparse. Estoy feliz de poder ayudar". La mariposa miró fijamente a los ojos de Benito y le dijo: "-Sabes, tienes un corazón noble y valiente.

No importa cómo te llamen los demás, eres especial". Estas palabras llenaron el corazón de Benito con alegría y confianza en sí mismo. Decidió que no permitiría que los insultos lo afectaran más. Al día siguiente, Benito fue a la escuela con una actitud diferente.

Cuando los niños comenzaron a llamarlo —"Caca" , él simplemente sonrió y les dijo: "-Sí, me llamo Caca y estoy orgulloso de serlo". Los niños se quedaron sorprendidos al ver la seguridad de Benito.

Algunos incluso se sintieron avergonzados por haberse burlado de él. Poco a poco, los demás niños empezaron a darse cuenta de que no importaba el nombre que tuvieras, lo importante era cómo te comportabas y cómo tratabas a los demás.

Benito se convirtió en un héroe en Villa Cacota. Ayudaba a las personas mayores con sus compras, recogía basura del parque y siempre estaba dispuesto a tender una mano amiga.

Un día, mientras jugaba en el parque, Benito vio a un niño nuevo llamado Martín sentado solo en un banco. Se acercó y le preguntó si quería jugar con él. Martín miró sorprendido y respondió: "-Pero tú eres Caca". Benito sonrió y contestó: "-Sí, soy Caca. Pero eso no importa.

Lo importante es que podemos ser amigos". Desde ese día, Benito y Martín se hicieron inseparables. Los dos demostraron que la verdadera amistad va más allá de los nombres o apodos.

La historia de Benito enseñó una valiosa lección a todos en Villa Cacota: nunca juzgues a alguien por su nombre o apariencia exterior. Lo más importante es el corazón noble que llevamos dentro.

Y así, gracias al coraje y bondad de Benito (o mejor dicho, Caca), el pueblo de Villa Cacota se convirtió en un lugar donde todos eran aceptados y respetados por quienes eran realmente.

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