El vuelo de la amistad



Juan era un niño muy especial. Desde pequeño había descubierto que tenía un don muy particular: podía crear fuego con sus manos.

Al principio, esto lo asustaba mucho, pero poco a poco aprendió a controlarlo y a utilizarlo de una manera positiva. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Juan decidió mostrarles su increíble habilidad. Todos se quedaron boquiabiertos al ver cómo las llamas salían de las manos del pequeño.

"¡Increíble! ¡Eso es genial!"- exclamó uno de los amigos. "¿Puedes hacer algo más con eso?"- preguntó otro curioso. Juan pensó por un momento y luego sonrió. "Sé lo que puedo hacer...

¡puedo volar!"-Todos los niños se emocionaron ante la idea de tener a un amigo volador y le pidieron que les enseñara cómo hacerlo. Juan les explicó que para volar necesitaba concentrarse mucho y enfocar todo su poder en sus pies.

Luego, debía encender el fuego en sus manos y usarlo como propulsor para elevarse hacia el cielo. Los niños escuchaban atentos mientras Juan daba las instrucciones.

Pero cuando llegó el momento de probarlo, todos se acobardaron menos uno: Sofía, una niña valiente e intrépida que no tenía miedo a nada. "Yo quiero intentarlo"- dijo Sofía decidida. Juan sonrió y la ayudó a prepararse para el despegue. Le explicó cómo debía mover las piernas y encender el fuego en sus manos al mismo tiempo.

Sofía cerró los ojos y respiró profundamente. Luego, concentró todas sus fuerzas y puso en marcha el plan de Juan. "¡Está funcionando! ¡Estoy volando!"- gritó Sofía emocionada mientras se elevaba por los aires. Los demás niños no podían creerlo.

Miraban atónitos cómo Sofía flotaba sobre ellos con la ayuda del fuego de Juan. "¡Quiero intentarlo también!"- dijo uno de los niños que antes había tenido miedo.

Uno por uno, todos los amigos de Juan se animaron a probar suerte y pronto estaban volando todos juntos por encima del parque. Pero entonces algo inesperado sucedió. De repente, el viento empezó a soplar muy fuerte y las llamas se avivaron más allá de lo que Juan podía controlar.

Los niños empezaron a asustarse al ver cómo el fuego amenazaba con salirse de control. Juan sabía que debía hacer algo para detenerlo antes de que fuera demasiado tarde.

Con toda su fuerza mental, logró concentrar el fuego en una sola mano y apagarlo poco a poco hasta que todo volvió a la normalidad. Los niños aplaudieron emocionados cuando vieron lo valiente que había sido su amigo al enfrentarse al peligro sin dudarlo ni un segundo.

"Eres increíble, Juan"- le dijeron todos juntos. "Gracias por enseñarnos cosas nuevas". Desde ese día, los amigos nunca olvidaron la aventura que habían vivido gracias al poder especial de Juan.

Y aunque nunca más volvieron a volar como aquel día, siempre recordarán aquella tarde mágica donde aprendieron sobre la amistad, la valentía y el poder de creer en uno mismo.

FIN.

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