El vuelo de la amistad


Había una vez en un hermoso bosque, una mariposa llamada Margarita y un caracol llamado Ernesto. A pesar de ser muy diferentes, eran los mejores amigos y siempre se divertían juntos.

Un día soleado, mientras volaba entre las flores del bosque, Margarita notó que su amigo Ernesto estaba triste y lento. Se acercó a él y le preguntó preocupada:- ¡Hola Ernesto! ¿Qué te pasa? Te veo triste. Ernesto suspiró profundamente y respondió:- Hola Margarita.

Estoy triste porque no puedo volar como tú. Me encantaría poder ver el mundo desde las alturas. Margarita sintió mucha compasión por su amigo y decidió hacer algo al respecto.

Recordó que había escuchado hablar de un hada mágica que vivía en lo más profundo del bosque, conocida por ayudar a los animales con problemas especiales. Sin perder tiempo, Margarita emprendió vuelo hacia la guarida del hada.

Después de buscar durante horas, finalmente encontró a la pequeña hada sentada sobre una hoja brillante. - ¡Oh hada mágica! - exclamó Margarita emocionada-. Necesito tu ayuda para mi amigo Ernesto, el caracol. Él está muy triste porque no puede volar como yo.

El hada sonrió amablemente y dijo:- No te preocupes, querida Mariposa. Tengo el poder para conceder deseos especiales a aquellos animales que realmente lo deseen con todo su corazón.

Margarita miró al hada con esperanza en sus ojos y le pidió:- ¡Por favor, hada mágica! Haz que Ernesto pueda volar como yo. Quiero verlo feliz y disfrutando de las alturas. El hada asintió y comenzó a recitar un antiguo hechizo mientras agitaba su varita mágica sobre Margarita y Ernesto.

Al instante, una luz brillante envolvió a los dos amigos y cuando desapareció, Margarita miró sorprendida hacia abajo. - ¡Ernesto! - exclamó la mariposa emocionada-. ¡Estás volando! Ernesto se movía por el aire con sus pequeñas alas recién adquiridas.

Estaba tan emocionado que no podía dejar de reír de alegría. - ¡Margarita, esto es increíble! - dijo Ernesto con entusiasmo-. Nunca imaginé que podría volar. Gracias por ayudarme.

Los dos amigos volaron juntos por todo el bosque, explorando lugares nuevos y disfrutando de vistas espectaculares desde las alturas. A medida que pasaban los días, Ernesto se convirtió en un experto volador gracias a su determinación y práctica constante.

Pero un día, mientras exploraban una montaña alta, una fuerte ráfaga de viento separó a Margarita y Ernesto. La mariposa fue arrastrada lejos sin poder hacer nada para evitarlo. Ernesto estaba muy preocupado y sabía que tenía que encontrarla lo antes posible.

Con todas sus fuerzas e ilusiones puestas en ello, empezó a volar más rápido de lo nunca había hecho antes. Después de buscar durante horas sin descanso, Ernesto finalmente encontró a Margarita, atrapada enredada en una tela de araña.

Sin pensarlo dos veces, el caracol se deslizó rápidamente por la fina hebra y liberó a su amiga. Margarita estaba muy agradecida y emocionada de ver que Ernesto había superado sus propias limitaciones para salvarla. Juntos, volvieron al bosque y celebraron su reencuentro con todos sus amigos animales.

Desde ese día, Margarita y Ernesto siguieron siendo los mejores amigos y aprendieron que no importaba si podían volar o no. Lo más importante era el amor y la amistad que compartían.

Y así, cada vez que volaban juntos por el bosque, recordaban lo valiente y fuerte que era Ernesto al enfrentarse a sus miedos. Su historia inspiró a otros animales del bosque a aceptarse tal como eran y valorar las cualidades únicas de cada uno.

Y colorín colorado, esta historia de amistad ha terminado pero seguirá viva en nuestros corazones para siempre.

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