El Vuelo de la Amistad
En un hermoso estanque en medio del bosque, vivía una rana llamada Rita. Rita era una rana alegre y simpática, pero a menudo se sentía un poco triste. Su mejor amiga, Lila, era una luciérnaga que iluminaba la noche con su resplandor. Mientras Lila despegaba por el aire, saltando de hoja en hoja, Rita no podía evitar suspirar.
"Ojalá pudiera volar como vos, Lila" - dijo Rita una noche mientras observaba a su amiga danzar entre las estrellas.
"Pero Rita, ¡volar no es todo!" - respondía Lila, con su luz parpadeando con alegría. "Cada uno tiene sus propias habilidades. Mirá cómo saltás con gracia en el agua o cómo haces reír a los demás. Eso también es especial".
Rita sonrió aunque todavía se sentía insegura. A veces, pasaba horas soñando con tener alas. Un día, mientras lamentaba su destino, escuchó a un grupo de ranas hablando sobre un misterioso lugar en el bosque: el Jardín de los Deseos.
"Se dice que si vas allí y pides un deseo, puede hacerse realidad" - contó una rana mayor.
Emocionada, Rita decidió que iría al Jardín de los Deseos para pedir alas. Lila, al enterarse, se preocupó por su amiga.
"Rita, tal vez no sepas lo que realmente querés" - advirtió Lila. "¿No sería mejor aceptar quién sos y aprovechar lo que tienes?".
"¡Pero yo quiero volar!" - contestó Rita con desesperación. "A veces me siento fuera de lugar, como si no encajara".
A pesar de las palabras de Lila, Rita se fue al Jardín de los Deseos. Caminó durante horas, atravesando altos pastos y árboles frondosos hasta que finalmente llegó a un claro lleno de flores brillantes y suaves.
"¡Deseo tener alas!" - gritó Rita con toda su fuerza, cerrando los ojos con fuerza, imaginando a sí misma volando por el cielo.
De repente, un suave viento sopló y una mágica voz resonó entre las flores.
"Rita, querida rana, tus deseos han sido escuchados" - dijo la voz. "Pero antes de conceder tu deseo, hay algo que debes comprender".
Expectante, Rita sintió que algo en su interior empezaba a cambiar.
"Las alas no te harán más feliz si no te aceptas a ti misma" - explicó la voz. "Mira a tu alrededor. Eres única entre todas las criaturas, y eso es tu verdadero tesoro".
Rita reflexionó sobre sus palabras. Comenzó a observar el jardín, a las flores, a los insectos, y recordó lo divertido que era brincar entre los nenúfares y jugar con sus amigos.
Cuando finalmente se sintió lista, miró hacia el espacio abierto, hacia el cielo donde su amiga luminosa volaba, y comprendió que ser rana era maravilloso por sí mismo. No quería ser otra cosa, quería ser una mejor versión de sí misma.
"¡No necesito alas!" - exclamó con alegría. "Soy feliz siendo quien soy".
Y así, el Jardín de los Deseos sonrió en señal de satisfacción. Al regresar al estanque, invocó a su amiga Lila.
"¡Lila! ¡No vas a creerlo! ¡Ya no quiero volar!" - gritó, saltando con entusiasmo.
Lila, sorprendida, preguntó:
"¿Pero qué sucedió?".
"Me di cuenta de que tengo mis propias habilidades y que puedo disfrutar de ellas. ¡Mirá, puedo saltar mucho más alto ahora!" - dijo Rita, haciendo un salto espectacular en el aire.
Las dos amigas se abrazaron, entendiendo que en la diferencia radica la verdadera belleza de la amistad. Desde ese día, Rita se sintió más feliz, y cada noche, mientras Lila volaba en la oscuridad, Rita brillaba con su risa y sus saltos, mostrando que no hace falta volar para tocar el cielo.
Así, el estanque se llenó de risas y colores, recordando que cada uno es especial y que la verdadera magia está en aceptarse a uno mismo.
FIN.