El Vuelo de la Esperanza



Una mañana brillante en los Andes, un pequeño cóndor llamado Kuntur despertó con el primer rayo de sol. A pesar de la belleza de su hogar, Kuntur y su familia enfrentaban un problema preocupante: cada vez había menos cóndores en el cielo y un gran silencio reinaba en las montañas.

-Kuntur, ¿sabías que somos muy pocos cóndores en el mundo? -dijo su madre, Aymara, mientras le enseña a volar.

-¡Yo quiero volar alto y ver a todos los demás cóndores! -exclamó Kuntur con entusiasmo.

A medida que Kuntur fue aprendiendo a volar, su madre empezó a explicarle la historia de los cóndores.

-Muchas cosas han cambiado, hijo. La gente está destruyendo nuestros hábitats y dejando basura que dañan a nuestros amigos. -le explicó su madre con tristeza.

Kuntur, determinado a hacer algo, bajó a la montaña donde vivían algunos jóvenes animales, entre ellos, una ardilla llamada Lila y un zorro llamado Tox.

-¿Qué podemos hacer para ayudar a los cóndores? -preguntó Kuntur con energía.

-Quizás podríamos organizar una limpieza. Si la gente ve lo que está sucediendo, tal vez decidan ayudarnos también -sugirió Lila, muy creativa.

-¡Genial! Vamos a invitar a todos los animales del bosque y a los humanos del pueblo -dijo Tox, moviendo la cola con emoción.

Así que juntos, los tres amigos idearon un plan. Prepararon carteles coloridos, recogieron hojas, y hasta hicieron un llamador con cuerdas y ramas muertas para hacer ruido y atraer la atención de todos. Al día siguiente, volaron a lo alto de una montaña, donde podían verse desde el pueblo.

-Kuntur, ¡vos tenés que volar alto y mostrar a todos el lugar! -dijo Lila emocionada.

-¡Sí! Yo puedo ser su voz, así la gente se dará cuenta de que necesitamos su ayuda! -respondió Kuntur, llenándose de valor.

Cuando el sol se alzó alto, Kuntur voló con todas sus fuerzas, haciendo giros y piruetas en el aire.

-¡Mirá, un cóndor! -gritó una niña del pueblo.

-¿Qué estará haciendo? -preguntó su amigo, intrigado.

Kuntur aterrizó con gracia y comenzó a hablar. -¡Hola, amigos! ¡Soy Kuntur! Los cóndores estamos en peligro y necesitamos su ayuda. ¡Por favor, únete a nosotros este sábado para una gran limpieza de la montaña!

Los humanos se miraron entre sí, sorprendidos pero curiosos. La niña levantó la mano, -¡Yo iré y llevaré a mis papás! ¡Quiero ayudar a los cóndores!

Con el apoyo del pueblo, el sábado se organizó una gran limpieza. Muchos niños y adultos llegaron, emocionados y listos para trabajar en equipo.

-¡Gracias, amigos! -dijo Kuntur, en lo más alto de una piedra, mientras miraba a su alrededor.

Al finalizar la jornada, el lugar estaba más limpio y la alegría reinaba entre todos. Además, algunos humanos, sensibles a la situación de los cóndores, decidieron plantar nuevos árboles en la montaña para proporcionar refugio y alimento.

Un mes después, Kuntur y sus amigos estaban en la cima de la montaña mientras observaban a los cóndores regresar al cielo, uno a uno.

-Mirá, Kuntur, ¡son más de los que éramos! -exclamó Lila con asombro.

-¡Este es solo el comienzo! -dijo Kuntur entre sonrisas. -Cuando todos trabajamos juntos y cuidamos nuestro hogar, todo es posible. ¡Los cóndores nunca estarán solos!

Desde ese día, la relación entre humanos y naturaleza cambió para siempre, y Kuntur voló por los cielos con la esperanza de un futuro en el que todos convivieran en armonía. Y así, el pequeño cóndor aprendió que uniendo fuerzas, los sueños se volaban alto, como él mismo.

Y colorín colorado, esta historia se ha terminado.

FIN.

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