El vuelo de la imaginación
Había una vez una niña llamada Karla que vivía en un pequeño pueblo. Karla era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, encontró a un pájaro herido.
Karla se acercó con cuidado al pájaro y notó que tenía un ala lastimada. Sin pensarlo dos veces, decidió llevarlo a su casa para cuidarlo y ayudarlo a sanar. Le puso por nombre Ariel.
A medida que pasaban los días, Karla se encariñaba cada vez más con Ariel. Juntos pasaban horas jugando y explorando el mundo que los rodeaba. Pero había algo que preocupaba a Karla: Ariel no podía volar debido a su ala dañada.
"Ariel, me gustaría tanto verte volar", suspiró Karla tristemente. Ariel miró a Karla con ojos brillantes y le dijo:"Karla, aunque no pueda volar físicamente, puedo enseñarte cómo volar en tu imaginación". Karla quedó sorprendida ante las palabras de Ariel.
No entendía exactamente lo que quería decirle, pero confiaba en su amiguito emplumado.
A partir de ese momento, todos los días después de la escuela, Karla se sentaba junto a Ariel en el jardín trasero de su casa y cerraba los ojos. Imaginaba ser un pájaro libre surcando los cielos azules. Con cada vuelo imaginario de Karla, ella se sentía más fuerte y valiente. Aprendió sobre la importancia de soñar en grande y creer en sí misma.
Un día, mientras practicaba su vuelo imaginario, Karla escuchó un ruido proveniente del árbol más alto del jardín. Era un nido abandonado.
Karla miró a Ariel con una sonrisa y dijo:"Ariel, ¿qué te parece si construimos nuestro propio nido en ese árbol?"Ariel asintió emocionado y los dos se pusieron manos a la obra. Juntaron ramas, hojas y flores para construir el nido perfecto. Cuando terminaron, Karla se sentó en él junto a Ariel.
"¡Mira Ariel! ¡Ahora sí puedo volar!", exclamó Karla felizmente mientras balanceaba sus piernas sobre el borde del nido. Ariel sonrió orgulloso y le dijo:"Karla, siempre has tenido las alas para volar. Solo necesitabas creer en ti misma".
Karla comprendió entonces que no importaba si podía volar físicamente o no; lo importante era tener confianza en sí misma y perseguir sus sueños sin importar los obstáculos que encontrara en el camino.
Desde aquel día, Karla siguió soñando en grande y explorando el mundo con Ariel a su lado. Aprendió que cada desafío era una oportunidad de crecimiento y que la verdadera magia estaba dentro de ella.
Y así, Karla y Ariel vivieron felices para siempre, disfrutando de cada aventura que la vida les tenía preparada. Fin
FIN.