El vuelo de la imaginación
Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Desde muy pequeño, Mateo soñaba con volar entre las nubes de colores y explorar el mundo desde lo alto.
Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, encontró una vieja cometa abandonada. La cometa era hermosa, con colores brillantes y dibujos de nubes en ella.
Sin pensarlo dos veces, Mateo decidió llevarla a casa y arreglarla para poder volarla. Mateo pasó horas pegando pedazos de papel y ajustando los hilos de la cometa hasta que finalmente estuvo listo para probar si realmente podía volar.
Salió al campo abierto cerca del río y levantó la cometa hacia el cielo. Pero no importaba cuánto corriera o cuánto intentara, la cometa simplemente se negaba a elevarse. Desanimado pero determinado, Mateo decidió buscar ayuda.
Se acercó al anciano del pueblo, Don Emilio, quien era conocido por ser sabio y amable. Le contó sobre su sueño de volar entre las nubes y cómo había fallado en hacerlo realidad. Don Emilio escuchó atentamente e imaginativo como siempre buscaba una solución para cada problema.
Luego le dijo: "Mateo, quizás tu problema es que estás enfocándote demasiado en volar físicamente cuando podrías encontrar otra forma de cumplir tu sueño". Mateo quedó perplejo pero intrigado por las palabras del anciano. ¿Qué otra forma podría haber? Se preguntaba mientras seguía escuchando.
Don Emilio continuó: "El vuelo también puede ser una experiencia de la mente y el espíritu. Puedes volar a través de tus sueños, tu imaginación y tu creatividad. No necesitas alas físicas para alcanzar las nubes".
Los ojos de Mateo se iluminaron con emoción y entendimiento. Comenzó a darse cuenta de que no necesitaba volar como un pájaro para experimentar la libertad y la maravilla del vuelo. Podía hacerlo a través de sus propios pensamientos y emociones.
Desde ese día, Mateo se convirtió en un soñador incansable. Pasaba horas dibujando hermosos paisajes llenos de nubes coloridas y creando historias sobre aventuras en el cielo.
Cada noche antes de dormir, cerraba los ojos y dejaba que su imaginación lo llevara a lugares donde solo él podía llegar. A medida que crecía, Mateo siguió explorando nuevas formas de volar sin alas físicas.
Se convirtió en escritor e ilustrador, compartiendo sus historias inspiradoras con otros niños que también anhelaban volar entre las nubes. Y aunque nunca logró elevarse literalmente hacia el cielo, Mateo encontró su propia forma única de volar: a través del poder de la creatividad, la imaginación y los sueños.
Y así demostró al mundo entero que no siempre es necesario tener alas para alcanzar las alturas más altas. Fin
FIN.