El vuelo de Labrujita


Labrujita vivía en un pequeño pueblo rodeado de bosques y montañas. Desde que era una niña, soñaba con volar por el cielo en su propia escoba mágica.

Un día, su abuela le regaló una escoba especial, hecha con ramas de sauce y decorada con brillantes estrellas. Labrujita no podía contener su emoción y decidió probarla de inmediato. Se subió a su escoba y con un fuerte impulso, despegó hacia el cielo.

El viento le revolvía el cabello y la hacía reír de felicidad. -¡Estoy volando! ¡Estoy volando! - gritaba emocionada. Mientras sobrevolaba el pueblo, Labrujita divisó a su amigo el gnomo Manolito, quien estaba teniendo problemas para recoger las zanahorias de su huerto. Labrujita descendió rápidamente y le ofreció su ayuda.

Juntos, lograron recolectar todas las zanahorias y Manolito agradecido le regaló un puñado de brillantes piedras. Labrujita retomó su vuelo y al alejarse, vio a lo lejos un incendio forestal.

Sin dudarlo, se dirigió hacia el lugar y con su varita mágica conjuró una lluvia dulce que apagó las llamas. Los animales del bosque la rodearon, agradecidos por su valiente acto. Labrujita continuó su viaje sin saber que sus actos se habían vuelto leyenda en el pueblo.

Al atardecer, regresó a su hogar, donde la esperaba su abuela. -Abuela, hoy viví la aventura más emocionante de mi vida. Aprendí que con valentía, amistad y magia podemos hacer grandes cosas. -dijo Labrujita emocionada.

Su abuela le sonrió y le dijo -Hija, siempre supe que estabas destinada a hacer cosas extraordinarias. Tu corazón noble y tu ingenio te llevarán lejos. Labrujita entendió entonces que el verdadero poder reside en hacer el bien a los demás.

A partir de ese día, se convirtió en la guardiana del pueblo, protegiendo a sus habitantes y compartiendo su magia con aquellos que más lo necesitaban.

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