El vuelo de las cometas en el humedal El Curibano



Había una vez un grupo de estudiantes de la Escuela Normal Superior de Neiva, que vivían cerca del hermoso humedal El Curibano. Estos estudiantes estaban muy emocionados porque habían aprendido en la escuela sobre la importancia de cuidar los humedales y querían compartir esa enseñanza con sus padres y madres. Así que decidieron organizar un día especial en el humedal.

Un sábado por la mañana, los estudiantes se reunieron con sus padres y madres en el humedal. Llevaban cometas que habían elaborado con materiales reciclados, siguiendo las enseñanzas de respeto al medio ambiente que habían recibido en la escuela. Los padres y madres observaban con orgullo las coloridas cometas que sus hijos habían confeccionado con tanto esmero.

A medida que el sol se elevaba en el cielo, los estudiantes elevaron las cometas, que se mecían con gracia entre las nubes. Todos se maravillaban al ver cómo las cometas bailaban en el viento, llevando consigo mensajes de amor por la naturaleza y los humedales.

Mientras las cometas llenaban el cielo, los estudiantes compartían con sus padres y madres todo lo que habían aprendido sobre la importancia de los humedales para el equilibrio del ecosistema y la vida de las especies que allí habitan. Todos escuchaban atentamente, asombrados por el conocimiento y la pasión de los jóvenes.

De repente, una suave brisa trajo consigo una visita inesperada: un grupo de aves migratorias que descendieron en el humedal. Los estudiantes explicaron que esas aves viajaban miles de kilómetros cada año para llegar hasta allí, buscando refugio y alimento. Los padres y madres quedaron asombrados al saber que el humedal no solo era importante para la vida local, ¡sino también para criaturas que venían de tierras lejanas!

Al caer la tarde, todos se reunieron para disfrutar de una merienda compartida, donde compartieron ideas sobre cómo seguir contribuyendo al cuidado del humedal. Los estudiantes propusieron organizar jornadas de limpieza y siembra de árboles nativos, para que el humedal pudiera seguir siendo un santuario para la vida silvestre. Los padres y madres se comprometieron a apoyar estas iniciativas, emocionados por la pasión y el compromiso de sus hijos e hijas.

Desde ese día, el humedal El Curibano se convirtió en un lugar de encuentro y aprendizaje para toda la comunidad. Los estudiantes se sentían felices de poder enseñar a otros sobre la importancia de convivir en armonía con la naturaleza, y los padres y madres se enorgullecían al ver el impacto positivo que sus hijos e hijas estaban generando en el mundo. Juntos, habían elevado mucho más que simples cometas: ¡habían elevado la conciencia sobre la importancia de cuidar nuestro planeta!

FIN.

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