El vuelo de los sueños


Había una vez un avión que sobrevoló por Atlanta en 1970. Era un enorme Boeing 747, con alas largas y poderosas turbinas que lo impulsaban a través del cielo.

A bordo del avión había muchos pasajeros de diferentes partes del mundo, todos emocionados por su viaje. Entre ellos se encontraba Martina, una niña de 7 años que estaba viajando con su familia hacia Nueva York para visitar a sus abuelos.

Martina siempre había sentido fascinación por los aviones y todo lo relacionado con el vuelo. Cuando era más joven, solía construir pequeños aviones de papel y soñar con ser piloto algún día.

Durante el vuelo, Martina no podía contener su emoción al ver las nubes pasar rápidamente por la ventana del avión. De repente, oyó un ruido extraño proveniente del motor derecho. Los pasajeros comenzaron a asustarse cuando notaron que algo estaba mal. "¡Mamá! ¿Qué está pasando?"- preguntó Martina preocupada.

"No te preocupes hija, seguro es solo una falla menor" -respondió su madre tratando de calmarla. Pero pronto quedó claro que era algo más grave; el piloto anunció que debían prepararse para un aterrizaje forzoso en medio de un campo cercano a Atlanta.

Martina se aferró fuertemente a la mano de su padre mientras el avión descendía precipitadamente hacia tierra. Todo ocurrió tan rápido que apenas tuvieron tiempo para reaccionar antes de sentir el impacto violento contra el suelo.

Después del choque inicial, los pasajeros salieron del avión, algunos con heridas menores. Martina y su familia se encontraban ilesos, pero el avión estaba seriamente dañado. "¿Cómo vamos a llegar a Nueva York ahora?"- preguntó Martina angustiada.

"No lo sé hija, pero lo importante es que estamos bien"- respondió su padre tratando de tranquilizarla. Después de unas horas llegaron los servicios de emergencia y llevaron a los pasajeros al aeropuerto más cercano para buscar una solución.

Todo parecía perdido hasta que un hombre mayor se acercó a la familia de Martina ofreciendo ayuda. "Hola, mi nombre es Tomás. Escuché lo que les pasó y quisiera ayudarlos.

Tengo un pequeño avión privado en mi hangar aquí cerca, podríamos usarlo para llegar a Nueva York". Martina no podía creer lo que escuchaba; ¿un avión privado? ¡Era como un sueño hecho realidad! La familia aceptó la oferta y pronto estuvieron volando de nuevo hacia su destino final.

Durante el vuelo, Tomás le permitió a Martina sentarse en el asiento del piloto por unos minutos mientras explicaba cómo funcionaba todo.

Ese momento cambió la vida de Martina para siempre: entendió que sus sueños eran alcanzables si trabajaba duro y nunca dejaba de perseguirlos. Finalmente llegaron a Nueva York sanos y salvos gracias al generoso acto del desconocido Tomás.

A partir de ese día, Martina supo que quería ser piloto cuando fuera grande, y nunca olvidaría aquel viaje inolvidable en el avión que sobrevoló por Atlanta en 1970.

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