El vuelo de los sueños


Había una vez en un pueblito muy colorido llamado Villa Alegre, donde vivían Mamá Yanira y su hijo Aran. Mamá Yanira era una mujer trabajadora y amorosa, que siempre estaba buscando maneras de enseñarle cosas nuevas a su hijo.

Un día, mientras paseaban por el parque central de la villa, Aran vio a lo lejos un globo aerostático surcando el cielo azul.

Sus ojos se iluminaron de emoción y le dijo a su mamá:- ¡Mamá, quiero subirme a ese globo! ¿Crees que algún día podré hacerlo? Mamá Yanira sonrió y acarició la cabeza de Aran con ternura. - Claro que sí, mi amor. Si te lo propones y trabajas duro, puedes lograr cualquier cosa en la vida.

Desde ese día, Aran no dejaba de hablar del globo aerostático. Leía libros sobre vuelos y aeroplanos, e incluso construyó maquetas en miniatura de globos aerostáticos con materiales reciclados que encontraba por ahí.

Un año después, en el festival anual de Villa Alegre, se celebraba una competencia de aeromodelismo. Aran decidió participar con su maqueta de globo aerostático. Estaba nervioso pero emocionado.

- Mamá, ¿crees que podré ganar? -preguntó Aran mientras ajustaba los últimos detalles de su maqueta. - ¡Claro que sí! Tú has trabajado mucho para llegar hasta aquí. Confía en ti mismo -respondió Mamá Yanira con una sonrisa llena de orgullo.

La competencia comenzó y los diferentes participantes hicieron volar sus creaciones por los aires. La maqueta de Aran destacaba por su originalidad y creatividad. Todos estaban impresionados por el trabajo del pequeño. Finalmente, llegó el momento de anunciar al ganador.

Los jurados abrieron el sobre con el nombre del concursante triunfador y dijeron:- ¡El ganador es... Aran con su increíble maqueta de globo aerostático! Aran no podía creerlo. Corrió hacia el escenario entre aplausos y vítores para recibir su premio.

Mamá Yanira estaba llorando lágrimas de felicidad en las primeras filas. Esa noche, bajo un cielo estrellado, madre e hijo caminaron juntos por las calles iluminadas de Villa Alegre. - Mamá, gracias por creer en mí -dijo Aran emocionado. - Siempre creeré en ti, mi amor.

Eres capaz de alcanzar tus sueños si trabajas duro y nunca pierdes la esperanza -respondió Mamá Yanira con cariño.

Y así termina esta historia inspiradora donde Mamá Yanira enseñó a su hijo Aran que no hay límites para sus sueños si tienen determinación y apoyo incondicional.

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