El vuelo de los sueños
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Juanito. A Juanito le encantaba jugar con aviones de papel y soñaba con volar por el cielo como un verdadero piloto.
Un día, mientras estaba en su habitación doblándose papelitos para hacer aviones, su hermano mayor, Lucas, entró corriendo y le dijo emocionado: "¡Juanito! ¡Hay una competencia de aviones de papel en el parque esta tarde! ¿Vamos a participar juntos?"Juanito se iluminó de alegría y asintió con entusiasmo.
Los dos hermanos fueron al parque cargando sus aviones hechos a mano. Había muchos niños reunidos allí, cada uno mostrando sus habilidades diseñando sus propios aviones.
El organizador del evento era Don Pedro, un anciano simpático que sabía mucho sobre aviación. Explicó las reglas del concurso: cada niño tendría tres oportunidades para lanzar su avión desde lo alto de una colina cercana y el que lograra la mayor distancia ganaría.
Los niños comenzaron a lanzar sus aviones uno tras otro. Algunos volaban recto pero no muy lejos, otros daban vueltas en el aire antes de caer al suelo. Cuando llegó el turno de Juanito, él tomó su avión entre las manos y se concentró profundamente.
Con un movimiento rápido y fluido, lanzó su avión hacia adelante. Pero algo inesperado ocurrió: el viento soplaba fuerte ese día y desvió la trayectoria del papel hasta hacerlo chocar contra un árbol cercano.
Juanito sintió una gran desilusión, pero no se dio por vencido. Recogió su avión y decidió intentarlo nuevamente. Esta vez, ajustó la forma de las alas y el ángulo del lanzamiento.
Lucas le animaba desde la distancia: "¡Vamos, Juanito! ¡Tú puedes hacerlo!"El segundo intento fue mejor que el primero. El avión voló más alto y un poco más lejos antes de caer al suelo. Juanito estaba emocionado con su progreso, pero sabía que aún podía mejorar.
Tomando todo lo aprendido en cuenta, dobló otro papelito y se preparó para su último lanzamiento. Cerró los ojos por un momento y visualizó el avión volando alto en el cielo azul. Finalmente llegó el momento.
Juanito abrió los ojos, respiró hondo y lanzó su avión con todas sus fuerzas. Para sorpresa de todos, el avión surcó el aire como si fuera un verdadero pájaro y voló muy lejos hasta perderse de vista.
Los niños aplaudieron emocionados mientras Don Pedro medía cuidadosamente la distancia alcanzada por cada avión. Cuando llegaron al lugar donde había aterrizado el avión de Juanito, todos quedaron maravillados al ver que había superado a todos los demás.
Juanito saltaba de alegría mientras recibía su merecido premio: una medalla dorada como reconocimiento a su esfuerzo y perseverancia. Desde aquel día en adelante, Juanito se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo.
Les enseñaba cómo doblar sus propios aviones de papel e inspiraba a cada uno de ellos a nunca rendirse y siempre buscar la forma de mejorar. Y así, el pequeño Juanito demostró que con dedicación y determinación, cualquier sueño puede volar tan alto como un avión en el cielo.
FIN.