El vuelo de Luna y sus amigos


En lo más profundo de la selva, vivía una lechuzita llamada Luna. Luna era muy curiosa y siempre estaba ansiosa por explorar nuevos lugares, pero al mismo tiempo era bastante temerosa y se asustaba con facilidad.

Un día, mientras volaba por el bosque en busca de aventuras, Luna escuchó unos ruidos extraños provenientes de un arbusto cercano. Con mucho miedo, se acercó lentamente y descubrió a un simpático mono llamado Mateo que estaba jugando con sus amigos.

"¡Hola! Soy Mateo, ¿quién eres tú?", preguntó el mono con una sonrisa. Luna titubeó un poco al principio, pero luego decidió presentarse. "Soy Luna, la lechuzita curiosa", respondió tímidamente.

Mateo notó que Luna parecía nerviosa y le dijo amablemente: "No tienes por qué tener miedo, somos tus amigos. ¿Quieres jugar con nosotros?". Luna dudó por un momento, pero finalmente aceptó la invitación de Mateo.

Pronto se dio cuenta de que los amigos del mono eran muy divertidos y amigables. Había una jirafa llamada Lola que era muy alta y elegante; un tucán llamado Tito que tenía un pico colorido y divertido; y una tortuga llamada Tulia que siempre iba a su ritmo tranquilo pero seguro.

Juntos pasaron horas jugando y riendo en la selva. Luna se sentía feliz de haber superado su miedo inicial y haber conocido a estos maravillosos amigos que ahora formaban parte de su vida.

Un día, mientras exploraban juntos el bosque, se encontraron con un río caudaloso que les impedía cruzar al otro lado donde había frutas deliciosas esperándolos. "¡Oh no! ¿Cómo podremos cruzar este río tan ancho?", exclamó preocupada Luna.

Los amigos pensaron durante unos minutos hasta que Tito tuvo una brillante idea: usar su pico para transportar a cada uno al otro lado del río. Así fue como uno por uno lograron cruzar sano y salvo gracias a la creatividad y colaboración del grupo.

Desde ese día, Luna aprendió muchas cosas junto a sus nuevos amigos: superar el miedo con valentía, disfrutar de las diferencias entre cada uno de ellos y trabajar en equipo para lograr grandes cosas juntos.

Y así fue como la lechuzita curiosa Luna descubrió que en la selva no solo había peligros desconocidos sino también amistades inesperadas capaces de hacerla crecer como individuo.

Juntos siguieron explorando la selva en busca de nuevas aventuras sabiendo que siempre podían contar los unos con los otros. Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

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