El vuelo de Margarita y Lucía



Había una vez en un pequeño jardín de Buenos Aires, una mariposa llamada Margarita. Ella era muy especial porque tenía un sueño: volar hasta la Luna.

Margarita había escuchado muchas historias sobre la belleza y el misterio que rodeaba a la Luna. Todos los días, mientras revoloteaba entre las flores del jardín, miraba hacia el cielo nocturno y se preguntaba cómo sería llegar hasta allí.

Un día soleado, Margarita decidió que era el momento de hacer realidad su sueño. Desplegó sus coloridas alas y emprendió su vuelo hacia lo desconocido. A medida que ascendía por los cielos, descubrió las maravillas de la naturaleza. En su camino hacia la Luna, Margarita encontró a una abeja llamada Benito.

Benito estaba muy ocupado recolectando néctar de las flores para llevarlo a su colmena. Margarita quedó maravillada con el trabajo duro y dedicación de Benito. "Hola, soy Margarita", dijo ella con entusiasmo.

"¡Mucho gusto! Soy Benito", respondió él mientras zumbaban sus alas. "Estoy volando hacia la Luna ¿te gustaría acompañarme?", preguntó Margarita emocionada. Benito se detuvo por un momento y pensó en ello.

Aunque siempre había soñado con conocer lugares nuevos, también sabía lo importante que era cuidar de su colmena. "Me encantaría acompañarte", dijo finalmente Benito, "pero tengo responsabilidades aquí en mi hogar". "Entiendo," respondió Margarita comprensiva, "cuidar de tu colmena es muy valiente y amoroso".

Margarita siguió volando por el cielo y se encontró con una pequeña mariquita llamada Lucía. Lucía era muy tímida y siempre se escondía entre las hojas. Margarita decidió acercarse a ella para animarla. "Hola, soy Margarita", dijo amablemente. Lucía levantó la cabeza tímidamente y respondió: "Soy Lucía".

"Estoy volando hacia la Luna ¿te gustaría acompañarme?", preguntó Margarita con una sonrisa. Lucía miró hacia arriba, donde la Luna brillaba en todo su esplendor.

Nunca había pensado en aventurarse lejos de su zona de confort, pero algo en la determinación de Margarita le hizo sentir que podía hacerlo. "Creo que me encantaría acompañarte", dijo Lucía emocionada, "necesito aprender sobre el valor y el amor propio". Juntas, Margarita y Lucía continuaron su vuelo hacia la Luna.

A medida que avanzaban, enfrentaron desafíos como fuertes vientos y nubes oscuras. Pero nunca perdieron la esperanza ni dejaron de admirar las maravillas del cielo estrellado.

Después de un largo viaje lleno de lecciones sobre el amor propio y la valentía, finalmente llegaron a la Luna. Estaban maravilladas al ver lo cerca que estaban del objeto de sus sueños.

En ese momento, una voz resonante habló desde lo alto: "Queridas mariposa y mariquita, han demostrado un gran coraje para llegar hasta aquí". Era la Luna misma, hablándoles con ternura. "Gracias, Luna", dijo Margarita emocionada, "estamos felices de haber cumplido nuestro sueño".

"No solo han cumplido su sueño", respondió la Luna, "también han demostrado que el amor y la valentía son fundamentales en cada paso que damos". Margarita y Lucía se sintieron llenas de alegría al escuchar las palabras de la Luna.

Sabían que habían aprendido lecciones valiosas a lo largo de su viaje y estaban listas para regresar a casa. Con una sonrisa en sus rostros, Margarita y Lucía emprendieron el vuelo de regreso al pequeño jardín en Buenos Aires. Habían descubierto que los sueños pueden hacerse realidad si tienes amor y valentía en tu corazón.

Y así, Margarita y Lucía se convirtieron en inspiración para todos los habitantes del jardín.

Cada vez que alguien veía una mariposa o una mariquita revoloteando entre las flores, recordaba las lecciones de amor y valentía aprendidas por estas dos intrépidas amigas. Desde aquel día, el jardín nunca fue igual. Todos los animales aprendieron a valorarse a sí mismos y a ser valientes para perseguir sus propios sueños.

Y todo gracias al coraje y determinación de dos pequeñas criaturas: Margarita y Lucía.

FIN.

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