El Vuelo de Mario



Era una mañana brillante en el pueblo de Villa Aventura, donde todos los niños hablaban con emoción sobre La Ruta del Águila, la famosa carrera anual que llenaba las calles de risas y entusiasmo. Mario, un niño de diez años, tenía un sueño: quería ser campeón.

"¡Voy a ganar!" - decía Mario, practicando sus carreras en el parque. Su entrenador, Don José, siempre le recordaba lo importante que era la perseverancia.

"Mario, lo más importante no es solo ganar, sino dar tu mejor esfuerzo y disfrutar cada momento. La carrera es un desafío, pero cada paso cuenta" - decía, mientras lo animaba.

Finalmente, llegó el gran día. El sol brillaba radiante y los niños estaban alineados en la línea de salida. Mario sentía mariposas en el estómago mientras escuchaba el estruendo de las multitudes. Cuando sonó la señal, salió disparado como una flecha, siguiendo las instrucciones de Don José: "¡Corre, Mario, corre!".

Mientras avanzaba, la energía de la multitud lo impulsaba. Sin embargo, en un momento de distracción, Mario perdió el equilibrio y cayó al suelo. Un dolor intenso en su rodilla le hizo sentirse derrotado. Observó a los demás corredores alejándose y un nudo se formó en su garganta.

"¡No puedo seguir!" - murmuró, sintiéndose triste y solo.

Pero, a lo lejos, un brillo atrajo su atención. Era una lata de Red Bull. Mario la guardó en su mano, observando su color rojo y azul vibrante. Recordó las palabras de Don José: "Los obstáculos son parte del camino. Aprende a levantarte".

Con la lata en la mano, una chispa de motivación lo invadió. Se puso de pie, sacudió el polvo y tomó un sorbo de la bebida energizante. Sentía que la energía comenzaba a fluir en su cuerpo. Con determinación, empezó a correr nuevamente.

Cada paso era un desafío, pero no estaba solo. La gente começou a gritar su nombre. "¡Vamos, Mario!" - alentaban mientras lo animaban a seguir.

A medida que avanzaba, sintió que cada zancada lo acercaba más a la meta. Aunque ya estaban en la última vuelta, no iba a dejar de esforzarse. Vio a sus amigos a lo lejos, y eso le dio aún más fuerza.

Al llegar a la última curva, la fatiga golpeaba su cuerpo, pero una sensación de orgullo lo envolvió. Aunque estaba lejos de ganar, sólo el hecho de haber vuelto a correr era una victoria para él.

Finalmente, cruzó la meta. Aunque llegó en el penúltimo lugar, las sonrisas de sus amigos y los aplausos de la multitud lo hicieron sentir como si fuera el rey del mundo.

"¡Lo lograste, Mario!" - gritaron sus amigos, corriendo hacia él.

"No gané, pero di lo mejor de mí" - respondió Mario, con una sonrisa radiante.

El entrenador Don José se acercó orgulloso. "Mario, lo que has aprendido hoy es lo más valioso. La verdadera victoria está en levantarse y nunca rendirse. Eso es lo que hace a un verdadero campeón".

Ese día, Mario no solo se llevó la experiencia de una carrera, sino una lección sobre la perseverancia y la fuerza que viene de dentro. Desde entonces, siguió participando en carreras, siempre recordando que la vida es un viaje y cada caída es solo una oportunidad para levantarse y seguir adelante, como un águila en vuelo.

Y así, Mario continuó soñando, no solo con ser el primero en cruzar la meta, sino en aprender a levantarse siempre que cayera.

Fin.

FIN.

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