El vuelo de Mateo


Había una vez un niño llamado Mateo, que desde pequeño tenía una discapacidad visual.

A pesar de no poder ver claramente el mundo a su alrededor, Mateo era un niño muy curioso y siempre estaba dispuesto a aprender cosas nuevas. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, escuchó un ruido extraño proveniente de un árbol cercano. Se acercó con cuidado y descubrió que había un pajarito atrapado en las ramas.

Sin pensarlo dos veces, Mateo decidió ayudarlo. Con mucho cuidado y siguiendo los sonidos del pajarito, Mateo logró liberarlo y lo sostuvo en sus manos. El pajarito comenzó a cantarle alegremente como agradecimiento.

Desde ese momento, Mateo se dio cuenta de que aunque no pudiera ver con claridad, podía percibir el mundo de otras formas. Al día siguiente, cuando llegó a la escuela, uno de los profesores anunció que habría una competencia de arte para todos los alumnos.

Todos estaban emocionados por participar y mostrar su talento. Mateo quería participar también, pero se sentía desanimado porque pensaba que su discapacidad visual le impediría hacerlo bien.

Sin embargo, su amiga Sofía lo animó diciéndole: "¡Mateo! Tú tienes una habilidad especial para escuchar y sentir las cosas de manera diferente. Seguro puedes hacer algo increíble".

Animado por las palabras de Sofía, Mateo decidió crear una obra única utilizando materiales táctiles para representar la naturaleza: hojas secas pegadas sobre cartulina rugosa y pequeñas piedras pegadas para simular un paisaje montañoso. Aunque no podía verlo con claridad, podía sentir cada textura y forma. Cuando llegó el día de la competencia, Mateo colocó su obra sobre una mesa junto a las demás creaciones.

Los jueces quedaron sorprendidos al tocarla y descubrir lo detallada que era. Uno de los jueces exclamó: "¡Es maravilloso! Esta obra es única y muestra una perspectiva diferente del mundo".

Mateo se sintió muy feliz al escuchar eso y todos sus compañeros le felicitaron por su talento especial. Desde ese momento, Mateo comenzó a explorar más sus habilidades táctiles y auditivas.

Descubrió que podía hacer música utilizando diferentes objetos cotidianos e incluso aprendió a leer en braille. Mateo se convirtió en un ejemplo de superación para todos los niños de la escuela. Les enseñaba que tener una discapacidad visual no significaba limitarse, sino buscar formas creativas de percibir el mundo.

Y así, Mateo siguió creciendo y demostrando al mundo que la discapacidad visual no era un obstáculo para alcanzar grandes logros.

Siempre recordaba aquel pajarito que rescató en el parque como símbolo de cómo había encontrado su propia manera de volar alto, a pesar de las dificultades. Desde entonces, cada vez que alguien le decía a Mateo "no puedes hacerlo", él les respondía con una sonrisa: "No puedo hacerlo como tú lo haces, pero puedo hacerlo a mi manera".

Y esa frase se convirtió en su lema personal.

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